Desde Manabí a Nueva York: el sombrero de paja toquilla desfila con orgullo ecuatoriano

Nueva York. En una ciudad que todo lo ve y todo lo transforma, el sombrero de paja toquilla, tejido con la delicadeza del trópico ecuatoriano, desfiló bajo los reflectores neoyorquinos como lo que siempre fue: una joya artesanal con alma ancestral. En Consulado Ecuatoriano en Nueva York se convirtió en pasarela y tribuna para rendir homenaje a este ícono cultural, en un desfile donde no solo hubo sombreros, sino vestidos y objetos decorativos hechos con la misma fibra que ha cruzado siglos y fronteras.

Originario de la provincia de Manabí —en especial de localidades como Montecristi, Jipijapa y Pile— el sombrero de paja toquilla se elabora a partir de la fibra de la palma Carludovica palmata, que solo crece en condiciones climáticas muy específicas. Cada pieza puede tardar semanas o meses en ser tejida, con una técnica que se transmite de generación en generación y que, desde 2012, está reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

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Lo que ocurrió en Nueva York fue más que un desfile: fue un acto de justicia simbólica y un homenaje a las manos invisibles que durante décadas permanecieron en la sombra. Por primera vez, gracias a gestiones diplomáticas, el diseñador ecuatoriano Pablo Bailón tuvo la oportunidad de vincularse con la New York Fashion Week. Presentó una colección elaborada íntegramente con paja toquilla, exaltando no solo su belleza, sino también su origen.

Durante el evento, José Zambrano cónsul de Ecuador en Nueva York no solo dio la bienvenida a los asistentes, sino que también improvisó unos amorfinos, esos versos pícaros y tiernos que nacen de la cultura popular costeña. “Desde el 800 de la Segunda Avenida / el cónsul lanza un versito…”, comenzó su intervención, desatando risas y aplausos. Porque en esta celebración, también hubo espacio para el alma popular, para la rima que enamora y para los guiños identitarios.

El detalle en paja toquilla da fuerza y origen a la elegancia”, destaca el diseñador ecuatoriano Pablo Bailón.Selene Cevallos
Este material, antes reservado a cubrir cabezas ilustres como la de Theodore Roosevelt o Sean Connery, hoy dialoga con nuevas formas de diseño sostenible. Brad Pitt, Johnny Depp y hasta Madonna han lucido estas piezas en alfombras rojas, sin sospechar, quizás, la historia que llevan encima.

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El evento sirvió también para visibilizar los esfuerzos de la Cancillería ecuatoriana y su alianza con el Ministerio de Asuntos Exteriores de Francia para salvaguardar el tejido tradicional. Un enfoque que no solo busca preservar la técnica, sino también mejorar las condiciones de vida de los artesanos, fomentar el relevo generacional y garantizar una producción ética y sostenible.

Los sombreros de paja toquilla, mal llamados “Panama hats”, en realidad no tienen nada que ver con el país vecino. Su fama mundial se debe a que Roosevelt lo lució durante su visita al Canal de Panamá en 1906, pero su origen y su esencia pertenecen al Ecuador profundo. Aquel que teje con paciencia, que canta con amorfinos y que desafía al olvido desde los portales de un pueblo, explicó el diplomático.

Al final del desfile, entre flashes y sonrisas, una joven manabita vestida con el traje típico, se tomó el micrófono e invitó a todos los asistentes a acompañarla en una celebración espontánea que mezcló identidad, alegría y orgullo ecuatoriano.

Con este tipo de eventos, el Ecuador lanza un mensaje estratégico al mundo: una nación rica en cultura, capaz de combinar patrimonio y modernidad, y con capacidad de generar valor económico desde lo local.
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