Ecuador se ubica en el puesto 25 de 146 países en el Índice Global de Brecha de Género 2025, publicado por el Foro Económico Mundial, con un puntaje de 0,77 (en una escala de 0 a 1, donde 1 representa la paridad total). Este índice mide las brechas relativas entre hombres y mujeres en cuatro dimensiones: participación económica y oportunidades, nivel educativo, salud y supervivencia, y empoderamiento político.
Informe afirma que se necesitan 134 años para alcanzar la paridad de género
El país muestra un desempeño destacado en educación (0,99) y salud (0,97), donde prácticamente ha cerrado la brecha de género. Sin embargo, los desafíos persisten en las otras dos dimensiones. En participación económica, Ecuador alcanza un puntaje de 0,68 y se ubica en la posición 78 a nivel global, reflejando desigualdades en acceso al empleo, ingresos y liderazgo económico.
Aún más profunda es la brecha en empoderamiento político, con un puntaje de apenas 0,43, el más bajo entre los cuatro pilares del índice, lo que indica que la representación femenina en cargos de decisión sigue siendo limitada, a pesar de las reformas adoptadas en los últimos años.
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Aunque Ecuador ha alcanzado casi la paridad en educación y salud, las mujeres siguen enfrentando barreras para insertarse en el mercado laboral en condiciones equitativas. Muchas se concentran en sectores de baja productividad, perciben ingresos inferiores a los de los hombres y enfrentan una sobrecarga de trabajo no remunerado, especialmente en el hogar.
Cerrar esta brecha no es solo una deuda histórica. Es una necesidad urgente para liberar el potencial económico del país. La igualdad de género en el mercado laboral no es únicamente una cuestión de justicia, es también una estrategia de desarrollo que Ecuador aún no ha logrado materializar plenamente.
Educadas pero excluidas: desigualdad en trabajo, salario y oportunidades
En Ecuador, las mujeres alcanzan niveles educativos similares e incluso superiores a los de los hombres. Sin embargo, su participación en el mercado laboral sigue siendo inferior. Según la Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu), en su versión anual de 2024, solo el 52% de las mujeres formaba parte de la fuerza laboral frente al 77% de los hombres.
El mercado laboral ecuatoriano castiga a las mujeres, ¿se puede cambiar el panorama?
Esta brecha refleja un enorme potencial económico desaprovechado: si se cerrara completamente, el PIB del país podría aumentar hasta en un 17%, de acuerdo con estimaciones del Fondo Monetario Internacional.
Además, la brecha no se explica por falta de cualificaciones, sino por barreras estructurales y culturales que limitan la integración profesional de las mujeres. Entre las más relevantes están los roles de género tradicionales que las ubican como principales responsables del hogar, así como el escaso acceso a servicios públicos de cuidado infantil y atención a personas mayores.
Para aquellas que logran acceder al mercado laboral, las condiciones son ampliamente desfavorables. En abril de 2025, menos del 30% de las mujeres tenía un empleo adecuado, es decir, con remuneración igual o superior al salario mínimo y jornada completa.
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Además, muchas realizan trabajos no remunerados o con horarios reducidos, principalmente en sectores informales. Una encuesta de uso del tiempo realizada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) revela que las mujeres ecuatorianas trabajan en promedio más horas semanales que los hombres (55,8 frente a 49,6 horas a la semana), pero gran parte de ese tiempo no es remunerado.
La brecha salarial es otra expresión de esta desigualdad: las mujeres ganan en promedio un 23% menos que los hombres, el doble de la brecha observada en países como Brasil o México, según cifras del Foro Económico Mundial. Esta diferencia se explica, en parte, por la baja presencia femenina en áreas técnicas y científicas, que suelen tener mejores remuneraciones. Solo un tercio de las mujeres se gradúa en campos técnicos, frente al 70% de los hombres.
Además de las desigualdades en el acceso y la calidad del empleo, el país enfrenta un problema de desajuste entre las habilidades de la población y las demandas del mercado laboral, especialmente entre las mujeres. El Índice de Desajuste de Habilidades (Skills Mismatch Index, SMI), mide la diferencia entre el nivel educativo de la fuerza laboral y el tipo de empleos disponibles.
Los datos muestran que Ecuador presenta un nivel de desajuste superior al promedio global. Cuando se analiza únicamente a las mujeres, la brecha se amplía. Esto se debe, por un lado, a la escasez de empleos adecuados en sectores feminizados de baja calificación, como la agricultura o la floricultura; y por otro, a la baja presencia femenina en ocupaciones de alta calificación, a pesar de su nivel educativo.
Reformas para la igualdad que aún deben consolidarse
Ecuador ha avanzado en la construcción de un marco legal más igualitario. El punto de inflexión fue la aprobación de la Ley de la Economía Violeta (2023) que, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), “representa un paso crucial para abordar las desigualdades en el mercado laboral” al eliminar barreras que históricamente han limitado la participación femenina.
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La normativa exige que todas las empresas con más de 50 empleados presenten un Plan de Igualdad cada cuatro años. Además, promueve la prevención del acoso sexual, el horario flexible, la igualdad salarial, las licencias parentales compartidas y la provisión de servicios de cuidado infantil.
También establece la inclusión obligatoria de mujeres en consejos de administración y ofrece incentivos fiscales para fomentar su contratación. Las organizaciones que cumplen con estos estándares pueden obtener el Sello Violeta, una certificación oficial que reconoce las buenas prácticas en igualdad de género.
Este cuerpo normativo se complementa con otras leyes aprobadas en años recientes:
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La implementación de estas reformas está liderada por el Ministerio de la Mujer y Derechos Humanos, en coordinación con el Ministerio de Trabajo. No obstante, el principal desafío ya no es normativo, sino de ejecución: fortalecer los sistemas de evaluación, integrar las leyes de forma coherente y asegurar un involucramiento real del sector privado son tareas pendientes. Como advierte el FMI, el verdadero impacto de estas políticas dependerá de su aplicación efectiva en todo el mercado laboral.
Cerrar la brecha de género para crecer
Según el Fondo Monetario Internacional, avanzar hacia una mayor equidad requiere reformas concretas en tres frentes principales: reducir la informalidad, fortalecer las políticas familiares e impulsar la participación femenina en sectores técnicos y mejor remunerados.
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Disminuir la informalidad laboral permitiría que más mujeres accedan a empleos adecuados, con protección social y mejores ingresos. Además, facilitaría su inclusión financiera y fortalecería su autonomía económica. Incluso reformas parciales que aborden el trabajo no remunerado o precario podrían incorporar a miles de mujeres al mercado formal.
Asimismo, ampliar los servicios públicos de cuidado infantil y garantizar licencias parentales equitativas son condiciones necesarias para que más mujeres puedan desarrollar trayectorias laborales sostenidas. Sin corresponsabilidad social en las tareas de cuidado, la igualdad en el empleo seguirá siendo una meta inalcanzable.
Finalmente, es clave fomentar la participación femenina en campos técnicos y científicos, que ofrecen mejores salarios y mayor estabilidad. Esto no solo contribuye a cerrar la brecha salarial, sino que amplía las oportunidades de crecimiento profesional y productividad para toda la economía.
Cerrar la brecha de género en el empleo no es solo una tarea pendiente, es una oportunidad estratégica que Ecuador no puede desaprovechar. Avanzar hacia una economía más equitativa implica liberar el potencial de millones de mujeres que hoy siguen subrepresentadas o subutilizadas. Invertir en su inclusión no solo es justo: es rentable. Porque sin ellas, no habrá crecimiento sostenido ni desarrollo verdaderamente inclusivo.
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