Meta, bajo la dirección de Mark Zuckerberg, ha emprendido un ambicioso proyecto para ampliar su influencia en el ámbito de la inteligencia artificial, un sector donde había perdido terreno frente a competidores como OpenAI y Google. La empresa busca revitalizar su posicionamiento mediante la creación de un nuevo laboratorio dedicado a la investigación en superinteligencia.
Este movimiento, detallado en un informe de The New York Times, es prueba del compromiso de Meta por continuar siendo un actor relevante en la carrera tecnológica, apostando por grandes contratos a desarrolladores y empleados especializados.
Cuál es la estrategia de contratación de Meta para este proyecto
Meta ha dado empezado a ofrecer contratos que oscilan entre los 10 y 100 millones de dólares a investigadores destacados de OpenAI, Google y otras compañías líderes en inteligencia artificial.
Estas ofertas no son un simple desembolso económico al momento de la contratación. En línea con las prácticas internas de Meta, estos paquetes están estructurados mayoritariamente en acciones (RSUs), que se distribuyen a los empleados trimestralmente a lo largo de un periodo de cuatro años. Esta estrategia asegura la atracción de talento y su retención a largo plazo.

La contratación de Alexandr Wang, fundador de la start-up Scale AI, quien se une al nuevo laboratorio de superinteligencia, constituye parte crucial de esta iniciativa. Wang aporta su experiencia en etiquetado de datos para la formación de sistemas de inteligencia artificial y es una figura estrechamente vinculada a Zuckerberg, lo que añade un valor añadido en términos de visión y colaboración estratégica.
Cómo está siendo la reorganización de Meta
La decisión de Meta de invertir grandes sumas en la contratación de talento se enmarca en una reorganización más amplia de sus esfuerzos en inteligencia artificial. Desde 2013, cuando Meta creó su primer laboratorio dedicado a la IA, la compañía ha experimentado múltiples desafíos, desde la fuga de talento hasta problemas de rendimiento con sus modelos existentes.
Uno de los ejemplos más recientes se dio cuando Meta se vio envuelta en críticas debido a la manipulación de benchmarks para presentar productos como más eficaces de lo que realmente eran, una táctica que dañó su credibilidad en la industria.
Esta reorganización también incluye la iniciativa de abrir su software de inteligencia artificial para el público, un enfoque que busca fomentar la adopción y el desarrollo de sus herramientas por parte de desarrolladores en el ámbito global.

Meta ha lanzado al mercado modelos de inteligencia artificial de código abierto como Llama, que han sido incorporados en sus aplicaciones más populares, intentando así una integración transversal de la IA en sus plataformas.
A pesar de estas medidas, Meta debe enfrentar aún considerables desafíos internos. La cultura corporativa de la empresa, caracterizada por luchas internas y un ambiente laboral exigente, podría actuar como un obstáculo en sus aspiraciones de liderar el desarrollo de superinteligencia.
Además, la alta competencia por el talento en el mercado tecnológico significa que muchos de los mejores investigadores ya poseen ofertas substanciales de sus empleadores actuales, los cuales además ofrecen entornos laborales más estables y colaborativos.
El director científico de inteligencia artificial de Meta, Yann LeCun, quien es reconocido por su trabajo pionero en redes neuronales, aboga por la necesidad de implementar nuevas ideas y enfoques innovadores para alcanzar lo que en el sector se conoce como inteligencia artificial general (AGI).

Este tipo de inteligencia podría realizar cualquier tarea que un cerebro humano puede llevar a cabo, un objetivo que aún no tiene una ruta clara hacia su consecución.
En términos de implicaciones regulatorias, Meta debe medir con cautela cada uno de sus pasos. A raíz de adquisiciones previas, como las de Instagram y WhatsApp, la Comisión Federal de Comercio de Estados Unidos vigila de cerca las operaciones de Meta.
La estructura inusual de su acuerdo potencial con Scale AI podría ser una táctica para evitar un escrutinio regulatorio excesivo, pero deberá ser manejada con pericia para no caer en controversias legales.