La primera sesión de la nueva Asamblea Nacional ratificó la división del escenario político en dos fuerzas partidistas mayoritarias, al igual que las elecciones presidenciales. Sin embargo, la realidad es que la futura gestión legislativa, de ahora en adelante, depende de los votos de las minorías o ‘aliados’.
Tanto el oficialismo como el correísmo llegaron a la cita del 14 de mayo de 2025 con un empate de fuerzas, con 66 legisladores cada uno. Las 19 curules restantes pertenecen a Pachakutik, el Partido Social Cristiano (PSC), Construye, alianzas y movimientos locales y a una adelantada deserción del correísmo.
Pese a eso, Acción Democrática Nacional (ADN) llegó con la confianza suficiente como para querer arrasar con las designaciones de las siete máximas autoridades legislativas, el secretario y prosecretario del pleno.
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La directora de esa primera sesión fue la madre del presidente Daniel Noboa, Annabella Azin, quien fue la encargada de lanzar el primer puyazo a la Revolución Ciudadana (RC): en la lista de miembros para una comisión administrativa, temporal e irrelevante, nombró como representante del correísmo a Mónica Salazar, que aunque abandonó el movimiento sigue siendo, legalmente, electa por la lista 5.
Después llegó la primera votación. Y gracias a 14 de los asambleístas sin bancada, ADN pudo quedarse con la presidencia de la Asamblea, en manos de Niels Olsen, exministro de Turismo de Guillermo Lasso. Pero esa fue la votación más alta que consiguió el bloque oficialista.
En la elección de la primera vicepresidenta los votos de respaldo empezaron a bajar. Mishel Mancheno, exsecretaria jurídica de Daniel Noboa en Carondelet, fue la carta para ocupar el segundo despacho de la legislatura y lo consiguió con 79 votos.
Acto seguido, el triunfalismo de las filas oficialistas se topó con la realidad. La definición de la segunda vicepresidencia requirió de dos nominaciones, una abrupta suspensión de la sesión, un receso de más de una hora y una rectificación de la votación por María Tiupul (Pachakutik). ADN tuvo que cabildear más de lo previsto para conseguir los votos que pongan a Pachakutik en ese puesto.
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Pero, como ha sucedido en pasadas administraciones, los puestos en el Consejo de Administración Legislativa (CAL) no garantizan un compromiso o lealtad de quienes los ocupan.
La bancada del movimiento indígena, profundamente fragmentado y debilitado, se mostró dividida desde el primer momento. Seis de sus nueve votos fueron para el oficialismo, pero los otros tres prefirieron mantenerse en abstención, incluso cuando los candidatos eran sus propios compañeros.
De los cuatro votos del PSC, todos fueron para Olsen; tres llegaron para Mancheno y solo uno se mantuvo con el oficialismo en todas las votaciones, incluyendo las fallidas. Mientras tanto, los representantes unitarios de otros partidos, alianzas o movimientos locales, tuvieron actuaciones variadas.
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Lo único que quedó claro es que, aunque nadie quiso asociarse públicamente y de entrada con el desgastado correísmo, también hubo varios legisladores que quisieron mantener una distancia prudente con el proyecto político ADN.
Esto se evidenció cuando la designación de autoridades tuvo que saltarse la nominación del segundo y tercer vocales del CAL, pese a que el oficialismo también intentó nominar a su gusto a un miembro de la Revolución Ciudadana para ocupar la segunda vocalía.
Esto solo consiguió que el correísmo no se registre para todas las siguientes votaciones, ni siquiera para las del secretario y prosecretario del pleno, pese a que fueron nominados funcionarios de carrera. Y es que la bancada de la lista 5 tiene más experiencia en estas lides y sabe que sin esos funcionarios Olsen no podría convocar a otras sesiones ni avanzar en gestión alguna.
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Sin consensos y entre gritos y reclamos, así como intervenciones de la Escolta Legislativa, ADN solo pudo nombrar a un ‘independiente’ para la última vocalía, un guiño para los demás asambleístas que llegaron en solitario.
Olsen, sin experiencia en procedimiento legislativo ni en navegar negociaciones políticas en un pleno, solo pudo suspender nuevamente la sesión.
Alrededor de las 19:30 la sesión se retomó para continuar con la conformación del CAL. Hicieron falta cinco votaciones más para dejar al correísmo sin representante en el órgano legislativo. Samuel Célleri (PSC) y Mónica Salazar (quien rompió prematuramente con el correísmo), se quedaron con la segunda y tercera vocalía del CAL.
También en la noche, se tomó una nueva votación y el oficialismo logró hacerse con la secretaría y prosecretaría del pleno con los mismos nombres propuestos originalmente.
Pero el tono de esta primera cita deja en evidencia que, tanto para el flamante titular de la Asamblea como para la bancada de ADN, será más complicado de lo previsto negociar la división de las comisiones permanentes, que definirán el futuro de las leyes del país.
Aunque el oficialismo dejó fuera de la elección de autoridades a la principal fuerza opositora, los márgenes obtenidos en las votaciones de la primera sesión fueron muy ajustados y será muy complejo manejar la agenda legislativa.
Acción Democrática Nacional se enfrenta de ahora en adelante a la dificultad de conseguir, al menos, 11 voluntades -además de las de su bancada- en cada votación, para poder vencer al correísmo. No obstante, sin éste nunca conseguirá una mayoría calificada de 101 votos, necesaria para juicios políticos, vetos presidenciales y enmiendas constitucionales.
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