La mañana del domingo 11 de mayo de 2025 se celebró una misa solemne en la capilla de la Escuela Superior Militar “Eloy Alfaro”, en Quito, en honor a los once militares que fueron asesinados en la zona de Alto Punino, en la provincia amazónica de Orellana. El acto reunió a familiares de los uniformados, así como a autoridades civiles y militares, compañeros de armas y otros ciudadanos conmovidos, que se congregaron en el lugar acompañando la ceremonia con sus oraciones y respeto. Durante el acto se instaló una capilla ardiente en el plantel militar para rendir homenaje a los soldados caídos.
La ceremonia incluyó una liturgia presidida por el obispo castrense, monseñor José Miguel Asimbaya. En su homilía, el prelado encomendó las almas de los soldados a Dios y elevó plegarias por su descanso eterno, a la vez que pidió fortaleza para las familias de los fallecidos. Además, el ministro de Defensa Nacional, Gian Carlo Loffredo, y los altos mandos del Ejército entregaron acuerdos de condolencia a los parientes de los militares como muestra de solidaridad institucional. Este gesto simbolizó el apoyo del Gobierno y de las Fuerzas Armadas en un momento de profundo dolor para los seres queridos de los soldados.
En su intervención durante la misa, el comandante general del Ejército, brigadier general Henry Delgado, reafirmó que “el sacrificio de los once militares no será en vano” y aseguró que la institución seguirá “trabajando incansablemente para que su valentía inspire a otros a servir con honor”. Por su parte, el ministro Loffredo destacó que el Estado brindará apoyo integral a las familias de los caídos, subrayando que “nuestros valientes militares serán reconocidos por lo que fueron: héroes”. Los asistentes despidieron a los uniformados con honores militares, en medio de un ambiente solemne en el que se honró la memoria de los soldados con condolencias y plegarias.
El Gobierno Nacional decretó tres días de duelo oficial en memoria de los once militares asesinados, una medida que refleja el reconocimiento del país al sacrificio de los uniformados. La ceremonia concluyó con el compromiso institucional de mantener vivo el recuerdo de los caídos y con la reafirmación del Estado ecuatoriano de actuar con firmeza contra la violencia criminal que los arrebató.