Desde su elección el 13 de marzo de 2013, el papa Francisco impulsó una serie de reformas en la Iglesia Católica que transformaron la estructura del Vaticano, la gestión financiera y el papel de la mujer en la institución.
Su enfoque generó apoyo entre sectores progresistas, pero también resistencias dentro de la jerarquía eclesiástica. Con un énfasis en la sinodalidad, la transparencia y la cercanía a las comunidades marginadas, su liderazgo ha redefinido el papel del pontificado en el siglo XXI.
Uno de los cambios más significativos del pontificado de Francisco fue la reforma de la Curia Romana, plasmada en la constitución apostólica Praedicate Evangelium, promulgada en 2022. Esta reorganización buscó hacer de la Iglesia una institución más misionera y menos burocrática.
El Papa quiso descentralizar el poder en la Iglesia y dar más protagonismo a las iglesias locales. La reforma permitió que laicos, incluyendo mujeres, dirijan dicasterios (ministerios vaticanos), una medida sin precedentes en la historia.
También fusionó organismos para reducir duplicaciones y promovió una mayor autonomía para las conferencias episcopales locales, desafiando el tradicional centralismo vaticano.
Francisco ha insistido en que la Curia no debe ser un órgano de poder, sino de servicio, subrayando que “el poder en la Iglesia es servicio”.
Esta transformación generó resistencias entre algunos sectores eclesiásticos que vieron en estos cambios una “desviación de la tradición”.
El escándalo de abusos sexuales ha sido uno de los mayores desafíos para la Iglesia en las últimas décadas. Francisco endureció las normas con la publicación de “Vos estis lux mundi” (2019), que obligó a obispos y superiores religiosos a denunciar casos de abuso, y brindó protección a los denunciantes.
Tras el fracaso de una comisión internacional creada en 2014 y el escándalo en Chile en 2018, donde inicialmente defendió a un obispo señalado por encubrimiento, Francisco pidió disculpas públicas y tomó medidas drásticas, como la reducción al estado laical del cardenal Theodore McCarrick.
También creó una comisión de consulta para la protección de menores, integrada en la Curia, y organizó una cumbre sin precedentes en 2019 que llevó a la supresión del secreto pontificio en casos de abusos sexuales del clero y a la obligación de los religiosos de reportar casos a su jerarquía.
A pesar de estos avances, algunos críticos consideran que la implementación de estas medidas aún enfrenta obstáculos dentro de la Iglesia, especialmente en la forma en que las conferencias episcopales manejan los casos a nivel local.