Gustavo Costas, entrenador de Racing Club, no necesita explicar lo que siente por la Academia. Lo transmite con cada palabra, con cada gesto, con cada declaración. Fuera de la cancha y al lado de la línea de cal, cuando vive cada partido como un jugador más. Campeón como técnico de la CONMEBOL Sudamericana y la Recopa Sudamericana, hoy vive su sueño más grande: pelear la CONMEBOL Libertadores con el club de su vida.
A horas del duelo clave ante Atlético Bucaramanga, por la segunda fecha del grupo H, el entrenador fue protagonista de una entrevista para el sitio oficial de la Conmebol. Allí, más allá del análisis táctico, dejó dos anécdotas desopilantes con sus hijos que reflejan lo que realmente lo moviliza: el amor por la Academia.
«Acá tenés la mochilita…»
Una de las historias que compartió tuvo como protagonista a Federico, actual preparador físico del plantel profesional. Y no fue cualquier recuerdo. Costas reveló cómo logró evitar que Federico se hiciera hincha de Boca.
«Mi exsuegro quería hacerlo bostero. Todo el día era ‘Boca, Boca, Boca…’. Yo me iba a concentrar y no estaba. Un día llegué caliente, no sé por qué, y me dice ‘Boca’. Lo agarré del brazo, lo llevé a la pieza, lo encerré y le dije: ‘Acá tenés la mochilita. Te pongo los pañales, la ropita… Si llegás a decir Boca otra vez te vas a la calle y no ves más a papá y a mamá’. Desde ese día no dijo más Boca», contó entre risas.
«Yo creo que Gustavo y Racing son uno. Es un elegido. Fue mascota en el año 67 y debutó muy chico. Fue capitán a los 10 partidos. Se lesionó antes de descender. Fue capitán. Feliz por el viejo que tenemos y que mejor que disfrutarlo en familia», recordó Federico en una entrevista en los días de festejo por la Sudamericana.
«Te inyecté la droga de Racing»
También relató cómo convirtió en hincha de Racing a Gonzalo, uno de sus ayudantes de campo, pieza clave en el cuerpo técnico que lo acompañó en la conquista de los títulos internacionales.
“Racing perdía y perdía. No sé si Gonza era de Huracán, no me acuerdo… Le dije: ‘Yo ya te inyecté la droga. Vos tenés sangre celeste y blanca’. Él decía que no, que no… Entonces me pinché el dedo y le mostré: ‘¿Ves qué color es?’. ‘Rojo’, me dijo. No, mirala bien. Es celeste y blanca. Me pinché tres dedos hasta que dejó de decir Rojo”, relató Costas, entre el humor y la emoción.
«Como lo queremos tanto nos preparamos mucho», cuenta Gonzalo sobre la relación laboral y afectiva con su padre.