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A pesar de la pausa, hay incertidumbre por los aranceles

El proteccionismo no es nada nuevo. Tampoco en Alemania. Por ejemplo, en 1885, el Reichstag, durante el Gobierno del canciller imperial Otto von Bismarck, impuso aranceles al trigo. La fortalecida agrupación de agricultores presionó por medidas de protección ante las importaciones más baratas. En ese entonces, la medida no funcionó.

El actual presidente de Estados Unidos amenaza ahora con una nueva era de proteccionismo. ¿Podría funcionar esta vez? Eso es lo que se preguntan los expertos en todo el mundo.

Carsten Brzeski, economista en jefe del banco ING, comenta a DW: «La mayoría de las economías occidentales deben su bienestar, en gran medida, al libre comercio. Ahora se le da marcha atrás y pasará un tiempo hasta que veamos un nuevo equilibrio”. En su opinión, reaccionar de inmediato a lo que dice Donald Trump no tiene mucho sentido: «Su política es demasiado errática”.

El principal blanco de las medidas de Trump no es la Unión Europea, sin China, el país que podría desplazar a Estados Unidos del sitial de ser la mayor economía del mundo, en el curso de esta década. Este miércoles (09.04.25) se dio a conocer que las importaciones chinas serán gravadas con aranceles del 125 por ciento, siendo excluidas de la tregua arancelaria de 90 días anunciada en Washington.

Berlín paraliza a Bruselas

Pero Alemania no puede permanecer al margen. Los economistas Marc Schattenberg y Robin Winkler, del Deutsche Bank Research, escribieron el lunes pasado que la amenaza arancelaria «incrementó la presión sobre el próximo Gobierno alemán para defender la competitividad de la economía alemana en un contexto global cada vez más difícil».

Pusieron así el dedo en la llaga, dado que todavía no ha sido formalmente ungido el nuevo canciller. Y se supone que Alemania, la principal economía de Europa, debe codeterminar el curso de la UE en las negociaciones con Estados Unidos. Afortunadamente, la Comisión de la UE ha decidido no actuar precipitadamente y ha optado por negociar.

La economía alemana es tradicionalmente dependiente de las exportaciones. Entre los rubros que más exportan hacia Estados Unidos se cuentan la industria de maquinaria, la química y la automotriz. Son las que más tienen qué perder.

Según Brzeski, «en los países de la UE , aproximadamente el tres por ciento del PIB corresponde a las exportaciones a Estados Unidos”. Un porcentaje que no suena dramático… a primera vista. Pero, en Alemania, cientos de miles de puestos de trabajo dependen de la producción automotriz.

Y hay un peligro adicional:  si Trump consigue expulsar en gran medida los productos chinos del mercado estadounidense, Pekín tendría que buscar otros mercados, por ejemplo, en Alemania. En ese caso, con sus productos subvencionados, podría causar perjuicios serios a la industria local.

¿Fuga hacia Estados Unidos?

No sorprende, pues, que haya gran preocupación. Analizando los motivos de Trump, se advierte que su intención es también atraer empresas extranjeras a Estados Unidos. La idea es que generen allí puestos de trabajo. ¿Trasladarán las empresas europeas sus negocios al otro lado del Atlántico?

Carsten Brzeski lo considera una elucubración interesante: «En los últimos años del Gobierno de Biden, y con la ‘Ley de reducción de la inflación‘, hubo ya varias empresas europeas que se orientaron hacia Estados Unidos. Esa tendencia pareció aumentar directamente después de las elecciones de noviembre. La idea de la desregulación, precios bajos de la energía y rebajas tributarias ha vuelto aún más atractivo a Estados Unidos”.

Pero, en la actualidad, eso ha cambiado en parte. «Entretanto, la errática política económica de Trump y el caos arancelario han provocado grandes dudas acerca de la seguridad legal, de modo que actualmente es poco probable que empresas se trasladen rápidamente a Estados Unidos”, opina Brzeski.

(ers/ms)

 

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