El impacto de la hiperconectividad en la salud emocional de niños y adolescentes

La neuropsicóloga Lucía Crivelli (MN 33849) discutió una problemática cada vez más relevante en la sociedad actual: la hiperconectividad y su impacto en la salud mental de los jóvenes. En su participación en *Infobae en Vivo*, en el programa matutino conducido por Gonzalo Sánchez, Carolina Amoroso, Ramón Indart y Cecilia Boufflet, la experta subrayó cómo el uso excesivo de dispositivos digitales y redes sociales afecta el bienestar emocional y el desarrollo de los niños y adolescentes.

Crivelli destacó el creciente aumento de la ansiedad, la depresión y las autolesiones entre los jóvenes, fenómenos que, según ella, están estrechamente vinculados al tiempo que pasan frente a las pantallas. “Los jóvenes están muy conectados a internet y las redes sociales, pero al mismo tiempo, se sienten desconectados de la vida real. Es un juego contradictorio”, afirmó, refiriéndose a la desconexión emocional que sufren los adolescentes al estar sumidos en un mundo digital que no está adaptado a ellos.

La neuropsicóloga también explicó cómo las redes sociales, lejos de ser lugares de socialización saludable, se han convertido en herramientas de manipulación controladas por empresas que buscan mantener a los jóvenes conectados durante el mayor tiempo posible. “Estamos dejando a los chicos libres en el mundo virtual y, a la vez, restringimos su libertad en la vida real”, comentó. Además, recordó que las redes sociales están diseñadas con algoritmos pensados para adultos, exponiendo a los menores a contenidos para los que no están preparados.

Crivelli relató cómo este fenómeno afecta la vida cotidiana de los niños desde los años 90, cuando el temor a la inseguridad llevó a los padres a limitar el tiempo que los niños pasaban afuera. Esto, según la neuropsicóloga, generó una paradoja: mientras los padres se volvían más protectores, los niños comenzaron a pasar más tiempo frente a las pantallas. “Antes los niños jugaban afuera, con los vecinos, en clubes. Hoy eso ha disminuido, pero ha aumentado el tiempo frente al celular”, explicó, destacando cómo la tecnología ha reemplazado las interacciones sociales y el juego libre.

Crivelli mencionó el trabajo de Jonathan Haidt, autor del libro *La generación ansiosa*, que alerta sobre el aumento de los trastornos emocionales en la Generación Z. Según Haidt, los adolescentes nacidos después de 2010 sufren tasas mucho más altas de ansiedad y depresión que las generaciones anteriores. “Estos chicos tienen hasta 2,5 veces más episodios depresivos y tres veces más ansiedad que las generaciones anteriores, especialmente entre las chicas”, comentó la neuropsicóloga, atribuyendo este fenómeno al uso masivo de redes sociales.

La experta también explicó cómo la adicción a las redes sociales y el consumo constante de contenido digital están afectando la capacidad de los adolescentes para concentrarse, aprender y relacionarse de manera saludable. Citó un estudio realizado en Estados Unidos que mostró cómo tener el celular cerca durante una prueba cognitiva afecta negativamente el rendimiento: los chicos con el celular cerca, incluso apagado, obtuvieron peores resultados que aquellos que lo dejaban fuera del aula.

Crivelli resaltó que una de las soluciones más urgentes es cambiar la forma en que los padres manejan la relación de sus hijos con la tecnología. “No se trata de prohibir el uso de pantallas, sino de encontrar un equilibrio”, dijo. Subrayó la importancia del juego libre y la autonomía en el desarrollo infantil, y destacó que los niños necesitan la oportunidad de aburrirse y de interactuar sin la constante supervisión de los adultos. “El aburrimiento es clave para el desarrollo cognitivo y emocional de los niños. Cuando se aburren, activan una red cerebral que favorece la creatividad”, explicó.

En cuanto a las políticas públicas, Crivelli propuso que los gobiernos deberían intervenir de manera más activa en la regulación de las redes sociales, especialmente en lo que respecta a la edad mínima para su uso. Criticó la actual edad de 13 años para acceder a plataformas como Facebook o Instagram, sugiriendo que debería elevarse a los 16 años. “A los 13, los niños no tienen la madurez necesaria para entender las implicancias de compartir su información personal”, aseguró.

Para Crivelli, la solución no es solo un esfuerzo individual de los padres, sino un cambio colectivo en la sociedad frente a la hiperconectividad. Propuso que los padres se unan en grupos pequeños para establecer reglas comunes, como no permitir el acceso a las redes sociales hasta los 16 años, y sugirió que las políticas públicas deberían garantizar la protección de los menores en el mundo digital.

Finalmente, Crivelli reflexionó sobre la contradicción que enfrentan muchos padres, que quieren que las cosas cambien pero sienten que el control ya está fuera de sus manos. Sin embargo, subrayó la importancia de que los padres actúen de manera unificada para lograr un cambio real y efectivo. La neuropsicóloga concluyó que los efectos del uso excesivo de las pantallas en la salud emocional de los adolescentes no pueden seguir ignorándose, y enfatizó la necesidad de retomar el juego libre, la autonomía y la interacción cara a cara en un mundo cada vez más digitalizado.

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