Gracias a la rápida reacción de los moradores del sector, quienes activaron la alarma comunitaria, el delincuente no logró sustraer más objetos de valor. Sin embargo, el daño ya estaba hecho: se perdió parte del patrimonio cultural y religioso de la ciudad.
Yadira Melo, secretaria y museóloga del Convento de San Agustín, lamentó profundamente lo ocurrido. “Son bienes patrimoniales de un valor incalculable, colocados en el año 1700. Esta no es la primera vez que la iglesia sufre un robo, y cada pérdida es irreparable para nuestra memoria histórica”, declaró.
Este hecho se suma a una preocupante serie de atentados contra el patrimonio histórico de Quito. En febrero pasado, también fueron robadas piezas de la escultura de La Insidia, ubicada en la intersección de las avenidas 12 de Octubre y Patria. Estos hechos reflejan la creciente vulnerabilidad del legado cultural ante la delincuencia.
El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), junto con la Policía Patrimonial, mantuvo una reunión para dar seguimiento al caso y coordinar acciones que fortalezcan la protección de los bienes patrimoniales. Asimismo, las entidades que conforman el Comité Técnico de Tráfico Ilícito y el Ente Rector de la Cultura y el Patrimonio han reiterado su compromiso con la vigilancia y defensa del patrimonio ecuatoriano.
Los bienes culturales patrimoniales no solo tienen un valor histórico o artístico: son el soporte de la memoria social y piezas fundamentales en la construcción de la identidad nacional.
Se invita a la ciudadanía a mantenerse vigilante frente a estos actos y a denunciar cualquier actividad sospechosa que atente contra nuestro patrimonio. La protección del legado cultural es una responsabilidad compartida.
G.O.