Algunos sabores y olores pueden traer de vuelta recuerdos de distintos momentos de toda la vida, no solo de la infancia sino también de la adolescencia y de la adultez.
Un plato familiar, el aroma de una comida “de la abuela” o el gusto de un ingrediente pueden evocar escenas pasadas con una precisión inesperada. Esta conexión va más allá del los sentidos, e involucra también las emociones y el contexto.
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