Es sorprendente cómo nuestro estado de ánimo y rutinas pueden afectar el sueño diario. Desde los hábitos previos a ir a la cama, el estrés acumulado en el día, hasta el calor, todo incide en el descanso y la recuperación de las energías para enfrentar el nuevo día.
Pero hay un factor al que no se suele prestar demasiada atención y es muy importante: la postura al dormir.
Infobae