Ecuador es un Estado democrático, según consta en la Constitución de la República. La campaña electoral oficial inicia el 5 de enero de 2025 y durante cuatro semanas los 16 candidatos presidenciales, y el resto de postulantes a las diferentes dignidades, podrán realizar actividades encaminadas a captar los votos de la ciudadanía.
Planes de trabajo no son suficientes
El plan de trabajo o de Gobierno es un requisito obligatorio que los candidatos deben presentar al inscribirse en el Consejo Nacional Electoral (CNE). Hay documentos cortos y otros extensos, en cuanto a páginas.
“El papel aguanta mucho. Un plan de Gobierno no necesariamente, en el caso de Ecuador, va a marcar una agenda de seguimiento fiel y duro de lo que los candidatos van a hacer”, señala Saudia Levoyer, analista política y docente de la Universidad Andina Simón Bolívar.
“El 80% (de los planes de Gobierno) dicen más o menos lo mismo. Todo el mundo dice que queremos empleos, seguridad, salud, educación, energía, desarrollo sostenible. Nadie habla en contra de eso”, dice Héctor Yépez, exlegislador de CREO y miembro del Comité Nacional de Debates, conformado por el CNE para las elecciones generales de 2025.
Puntualiza que la “gran pregunta” es quiénes realmente tienen lo necesario para llevar a la práctica lo que ofrecen, al frente de un Gobierno. Eso, precisa, incluye a quienes “realmente, no de boca, respetan las libertades, la democracia, los derechos humanos”.
Levoyer explica que los comportamientos democráticos se ven en el accionar político. Anota tres puntos para comprender el actuar de los candidatos.
1 Divide a los 16 postulantes en dos grupos: los que lideran las encuestas de intención de voto (Daniel Noboa, actual presidente, y Luisa González, por la Revolución Ciudadana) y los que tienen un bajo porcentaje
Eso refleja un “escenario altamente polarizado” que apunta, en apariencia, a una definición entre Noboa y González, según la experta. No descarta que hasta el sufragio del 9 de febrero de 2025 un tercero encabece el grupo de los 14 candidatos restantes.
2 Para la analista, actualmente los candidatos están en una etapa de lo “políticamente correcto”, donde dicen lo que la ciudadanía quiere escuchar y captar la atención porque la gente vota por la emoción que les genera un candidato. Por eso sugiere poner atención cuando se trata de un candidato que provoca una emoción negativa. “En las campañas es donde más se juega con la emoción”, indica al recordar la campaña de Guillermo Lasso en la que utilizó los zapatos rojos como un “símbolo del anticorreísmo”.
3 La trayectoria política. Menciona que hay candidatos de quienes ya se conoce su comportamiento por su accionar político, como Henry Kronfle, Henry Cucalón, Leonidas Iza, Carlos Rabascall, Jimmy Jairala, Iván Saquicela, además de Noboa y González.
Sobre González, Levoyer observa que representa a una organización política que tiene una agenda propia “de la cual no piensa bajarse”, que incluye el “perdón y olvido” de sentencias que pesan sobre algunos líderes del correísmo.
Ve que Noboa se presenta como “un presidente que puede estirar las leyes hasta ciertos límites en función del objetivo que se haya trazado”, ese comportamiento es como “un filo de navaja porque puede ser peligroso, mantenerse en las líneas democráticas no siempre es fácil”.
Luis Verdesoto, doctor en Estudios Políticos y exsecretario Anticorrupción en el Gobierno de Lasso, dice que los ciudadanos deben preguntarse cuándo un candidato es un demócrata. Sugiere examinar su pasado, su conjunto de acciones en la esfera privada y pública y sus actitudes.
Suma otro elemento a observar, la posición de un candidato frente a propuestas programáticas. Para ver si esa propuesta “ciertamente se apega a un nivel de profundización a la democracia formal y, fundamentalmente, de que no habrá deslices autoritarios con interpretación que pueda hacerse desde los mismos programas de Gobierno”, sostiene.
También hay que preguntarse por el pasado de las organizaciones políticas, indica Verdesoto: “Si en el correísmo, por ejemplo, hay una historia de tendencia al autoritarismo, a romper con el Estado de Derecho, de faltar contra los derechos humanos, de romper los mínimos de convivencia democrática”.
Además, hay que preguntarse “si el exceso de decisionismo que vemos en el presidente de la República (Noboa)” conlleva a que el desliz autoritario esté presente en la aplicación de su programa de Gobierno, apunta.
Sin embargo, “todo liderazgo es una potencialidad de un ejercicio democrático autoritario en cuanto a políticas públicas”, aclara.
Relación entre Presidencia y Asamblea Nacional
El bloqueo entre estos dos poderes del Estado viene dado por el diseño institucional actual, el sistema electoral y las atribuciones del mandatario, señala Verdesoto. Piensa que se debe evaluar la muerte cruzada, para ver si el funcionamiento de esta figura ha servido para salir de un bloqueo institucional.
Levoyer dice que “el escenario nunca va a ser fácil” porque la institucionalidad democrática se debe reconstruir y que el próximo Gobierno debe tener la capacidad de lograr una agenda común, pero la clase política ecuatoriana no se caracteriza por ceder.
El debate, espacio para ver quién es quién
El debate presidencial se efectuará el 19 de enero de 2025. Este será el espacio donde los candidatos tendrán la misma oportunidad de mostrase ante el país, allí se verá su carácter, refiere Yépez. Menciona que en la interacción entre candidatos se ve el temperamento, la personalidad y “eso ayuda a evaluar no solamente el talante democrático (…). Al calor de un debate se puede ver quién es quién”.
La formación académica no es lo que marca la diferencia entre un mal o buen presidente, también cuenta la inteligencia emocional, el temple para enfrentar lo que se encuentre en Carondelet, explica. (KSQ)
Diario La Hora