Tropezón tras tropezón, el Atlético de Madrid se está quedando sin argumentos, y sin identidad. Había quién se consolaba en el club rojiblanco, ya se sabe eso de que quién no lo hace es porque no quiere, sosteniendo que a pesar de todo era el único equipo invicto de LaLiga (en Champions ya contabilizaba dos partidos perdidos) tras diez jornadas. Pero poco duró el argumento, porque a la 11ª cayó el registro, y lo hizo a lo bestia, con una derrota en casa del Betis que fue mucho más abultada en las formas de lo que refleja el marcador (1-0) y que desnuda al completo todas las carencias del un equipo, el de Diego Pablo Simeone, carente a estas alturas de identidad.
Ni hay ni rastro de la solidez que caracterizó su equpo durante tantos años, pero tampoco de una evolución hacia ese equipo más ofensivo que se podía esperar tras un mercado de fichajes ilusionante (y multimillonario). Ahora mismo, transmite la sensación es haberse quedado en tierra de nadie, de que algo se ha roto tras lo construído y un mes de septiembre prometedor. Los males, sobre todo lejos de Metropolitano, siguen ahí, perennes, y lo que parecía que iba a mejor se ha difuminado conforme han ido cayendo jugadores indispensables en el esquema del técnico argentino, convirtiendo cada once en una probatura que, ultimamente, da más sensación de improvisación que de plan.
Las bajas de Le Normand, Llorente y Barrios han dinamitado cualquier atisbo de mejora y de continuidad. Tres piezas claves que habían sido protagonistas en el inicio de temporada y que cayeron lesionados, descuajeringando los esquemas del Cholo, tras el derbi. Ese punto de inflexión, tanto en lo social y lo deportivo, en la temporada del Atlético: a partir de ahí, el club rojiblanco ha jugado cinco partidos y solo ha ganado uno (Leganés), perdiendo tres (en Liga ante el Betis y los dos de Champions con Benfica y Lille) y empatando otro (San Sebastián).
Vía diario de Ibiza