El Barcelona recuperó la sonrisa en Alemania. Hansi Flick mantiene su estadística inmaculada frente al Borussia Dortmund y el Barça, a la tercera visita, se llevó una victoria (1-2) que le catapulta hacia unos octavos de final de la UEFA Champions Leagueque no tiene aún asegurados… Pero que roza con los dedos.
Flick sorprendió sacando del campo a Robert Lewandowski con empate en el marcador y fue su sustituto Ferran Torres quien acabó por sentenciar esa victoria tan trascendental. Los movimientos del entrenador alemán, a la vista está, no solo mejoran al equipo sino, incluso, le dan vidas extras cuando más lo necesita.
Un partido de dos caras que no vio goles en la primera mitad y contabilizó cinco en la segunda, en la que el equipo azulgrana disfrutó y padeció a partes iguales. Una noche épica. Y sensacional a la vista del marcador.
Pocas veces como en este partido de Dortmundse podría hablar de esa máxima que reza que la verdadera razón del fútbol son los goles. Y es que al dominio y buen juego del Barça durante la primera mitad solo le faltó la guinda del gol para que se pudiera considera considerar su actuación global más que notable.
Insistente en ataque y firme en defensa, donde provocó hasta tres fueras de juego durante la primera parte, el equipo de Flick sometió a un Borussia cuyos dos remates de más peligro salvó un soberbio Iñaki Peña… siendo anulados a efectos oficiales por señalarse (tarde como siempre) fuera de juego. Al margen de ello, la superioridad azulgrana fue tan evidente como preocupante que llegase al descanso con el 0-0 inicial, más aún después de haber rozado el gol hasta en tres ocasiones durante los primeros cuatro minutos y, más tarde, en un envenenado disparo de Lamine Yamal que salvó el meta local.
Daba la sensación que el Barcelona iba madurando un partido que debía llevarse más pronto que tarde en la segunda mitad. Y le costó ocho minutos dar el primer golpe, en un pase interior de Dani Olmo a Raphinha, que se escapó solo, rozando el fuera de juego pero en posición correcta, para anotar el 0-1 que debía, se suponía, catapultarle frente a un Borussia disminuido… Nada fue así.
El equipo alemán de la segunda mitad no se pareció en casi nada al de la primera. Le plantó cara, le presionó arriba y respondió a cada embestida del Barcelona. Así tardó solo siete minutos en empatar, de penalti y por medio de Serhou Guirassy, tras el claro e inocente empujón de Cubarsí.
Vuelta a empezar, ya se convirtió el partido en un intercambio de golpes, sin centro del campo, sin control ninguno y sospechándose que un gol podía y debía definir el duelo.
Fuente: ESPN
MM