Un estudio de la Universidad de Linköping, Suecia, afirma que las personas con mayores salarios no son extremadamente inteligentes, como se suele creer. A menudo se escucha esta idea desde la escuela, cuando se predice que los buenos estudiantes tendrán una carrera brillante. Incluso muchos libros, películas y cómics reflejan la idea de que la riqueza va asociada con la inteligencia.
Algunos llevan tal razonamiento aún más lejos. Por ejemplo, el ex primer ministro británico Boris Johnson asegura que las diferencias en el coeficiente intelectual explican la desigualdad económica: si algunas personas tienen un IQ de 85, mientras que otras ostentan un 130, entonces una brecha en los niveles de vida es simplemente inevitable.
Resultados del estudio
Sin embargo, la nueva investigación señala que en los casos de individuos con ingresos altos (por encima de los 60.000 euros al año, unos 63.500 dólares), tal relación se estanca y el 1 % con mayores ingresos obtiene una puntuación incluso ligeramente inferior en el test de coeficiente intelectual que aquellos cuyos ingresos se sitúan justo por debajo de ellos.
Los autores analizaron las capacidades cognitivas de más de 59.000 suecos de entre 18 y 19 años y sus ingresos durante un período de 11 años cuando los participantes tenían entre 35 y 45 años. La prueba incluyó tareas de comprensión auditiva, tareas técnicas, razonamiento espacial y tareas lógicas. El estudio se basó en una prueba de inteligencia estandarizada que los hombres realizaban como parte de su servicio militar obligatorio (por lo que no se incluyó mujeres ni inmigrantes).
“Este conjunto de datos nos permitió comprobar por primera vez si los salarios extremadamente altos son un signo de una inteligencia extrema. Para ello, necesitábamos datos fiables sobre los ingresos que cubrieran todo el espectro salarial. Los datos de las encuestas suelen pasar por alto los ingresos más altos, pero los registros ofrecen datos completos sobre los ingresos de todos los ciudadanos”, explicó el autor principal del artículo, el sociólogo Marc Keuschnigg.
Si un alto nivel de inteligencia no garantiza unos ingresos elevados, entonces ¿qué más puede contribuir al éxito financiero? Diferentes investigaciones han identificado tres factores.
Cualidades personales
La idea del famoso psicólogo estadounidense Lewis Terman de que el éxito en la vida depende más de la autoestima y la determinación de una persona que de su nivel de inteligencia ha sido confirmada por investigaciones posteriores. El ganador del Premio Nobel de Economía, James Heckman, y sus colegas analizaron datos de miles de personas, incluidos puntajes de coeficiente intelectual, calificaciones escolares y universitarias y resultados de pruebas de personalidad. Al compararlos con los ingresos, los científicos determinaron que el salario depende sólo entre 1 y 2 % de la inteligencia.
Los resultados concluyeron que no sólo las capacidades cognitivas, sino también cualidades personales, como escrupulosidad, trabajo duro, perseverancia, disciplina y apertura a nuevas experiencias forjan el camino hacia el éxito financiero y profesional.
Familia adinerada
Hace unos años, un grupo de científicos estadounidenses decidió repetir la ‘prueba del malvavisco’, un famoso experimento de hace medio siglo en el que se colocó a niños frente a una golosina y tenían la posibilidad de comerla en ese momento o esperar un tiempo determinado y recibir dos unidades.
Esta vez, los investigadores tuvieron en cuenta varios factores sociales, como el entorno familiar. Se encontró que la situación financiera del hogar era un factor determinante: los hijos de padres ricos resultaron ser los más pacientes.
La riqueza de una familia ofrece muchas ventajas: acceso a una mejor educación y a un mejor trato, así como la posibilidad de no combinar trabajo y estudios universitarios. Y lo más importante, ayuda a evitar el estrés financiero. Cuando una persona se preocupa por el dinero y busca formas de conseguirlo, su cerebro ya está muy ocupado y no puede dedicarse por completo a nada más, por ejemplo, construir una carrera, establecer contactos, etc.
Suerte
La suerte podría ser un factor que conduce a la riqueza. Así lo demuestra una simulación por ordenador realizada por científicos italianos que modelaron el desarrollo profesional de personas hipotéticas durante 40 años. Algunos fueron diseñados para ser más talentosos: inteligentes, curiosos, persistentes, creativos y con una gran inteligencia emocional. Otros tenían estas cualidades en menor medida.
Aunque parecía que el talento o inteligencia garantizaba que una persona alcance el éxito, no resultó así.
Solo una pequeña parte de las personas del grupo tuvo suerte. Además, aquellos considerados mediocres pero afortunados tenían mucho más éxito que las personas más talentosas pero desafortunadas. RT
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