Los gatos no solo son adorables mascotas, sino también criaturas sencillamente asombrosas cuyas habilidades únicas nunca dejan de fascinar: desde la capacidad que tienen para caber en casi cualquier espacio reducido, como si su cuerpo fuera un líquido, hasta la habilidad para caer siempre de pie. Pero, ¿cómo lo hacen? ¿Siempre es así? Los científicos dedicaron mucho tiempo a estudiar esta cuestión.
Curiosamente, la observación de los gatos incluso ayudó a los humanos en los inicios de la exploración espacial, cuando sus notables reflejos permitieron estudiar cómo moverse correctamente en condiciones de ingravidez.
¿Cómo se cae un gato?
Varios estudios científicos observaron que cuando caen los gatos, tuercen la mitad superior de su cuerpo hacia un lado y la mitad inferior hacia el lado opuesto. Esto permite al animal girar hacia el suelo casi instantáneamente, aunque caiga de espaldas. Además, como los patinadores artísticos, extienden las patas delanteras y empujan hacia arriba las traseras, lo que da a la parte inferior del cuerpo un menor momento de inercia y menos resistencia a los cambios de movimiento de rotación. Luego hacen lo contrario, ayudándose con la cola.
El oído interno del gato alberga el aparato vestibular, responsable de la destreza y la coordinación. Le permite reconocer rápidamente qué dirección es hacia arriba y hacia abajo. Una vez que el gato reconoce dónde está en relación con el suelo, puede girar la cabeza y el cuerpo para mirar en la dirección correcta y aterrizar perfectamente.
¿Y si quitamos la gravedad?
Una vieja película del Laboratorio de Investigación Médica Aeroespacial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos —una de las divisiones precursoras de la NASA— muestra un curioso experimento. En 1947, dos gatos fueron llevados a bordo de un avión de investigación Convair C-131 Samaritan capaz de simular condiciones de microgravedad a corto plazo mediante un descenso repentino de altitud.
El video muestra que, al encontrarse en condiciones desconocidas, los gatos no lograron hacer casi nada. La narración de la grabación dice que “los reflejos automáticos de los gatos se pierden casi por completo en condiciones de ingravidez”. Sin embargo, aunque parecen desorientados, todavía son capaces de retorcer y girar sus cuerpos mientras intentan averiguar dónde van a caer.
Es sorprendente que este experimento resultara útil para los humanos con la llegada de la era de la exploración espacial. En octubre de 1962, el laboratorio publicó un informe titulado ‘Weightless Man: Self-Rotation Techniques’ (‘El hombre ingrávido: técnicas de autorrotación’), donde ilustraban todas las lecciones aprendidas en su experimento con gatos, que ayudaron a idear formas de orientar correctamente a los astronautas en un espacio carente de gravedad. RT
ra