Una Asamblea Nacional con la mirada puesta en los comicios generales del 2025, con las mismas prácticas y conflictos de aquella que fue disuelta por efectos de la muerte cruzada en mayo del 2023, es la que funcionó durante el último año, que se cumple este domingo 17 de noviembre. Es la evaluación que hacen analistas políticos y algunos legisladores consultados por EL UNIVERSO.

El actual Parlamento se instaló hace un año apuntalado en un acuerdo entre las bancadas más representativas, Revolución Ciudadana (RC) y Partido Social Cristiano (PSC), y el gobierno de Daniel Noboa. Ello permitió elegir a sus autoridades, con el socialcristiano Henry Kronfle a la cabeza; repartir las comisiones especializadas; y la aprobación de cinco leyes urgentes enviadas por Noboa en los primeros cinco meses.

Y todo estaba fluyendo relativamente bien en el aspecto político hasta que en abril de este año el mandatario ordenó la irrupción de la Policía Nacional en la Embajada de México para detener al exvicepresidente Jorge Glas -sobre él pesan dos condenas unificadas y una orden de prisión preventiva por casos de corrupción-, quien estaba en el sitio, primero como refugiado y luego como asilado. Esto marcó una ruptura con el correísmo.

Y a la par se dio un alejamiento del PSC. Sus dirigentes dijeron en ese momento que les había molestado que Noboa se les “llevara” a algunos legisladores, pero desde el oficialismo se afirmó que esto se generó por la detención del exasambleísta socialcristiano Pablo Muentes, procesado en el caso Purga.

En adelante, las pugnas se acrecentaron a tal punto de que la jefa de la bancada oficialista, Valentina Centeno, y el exviceministro de Gobierno Esteban Torres llegaron a decir que la Asamblea quería “declarar loco” al presidente; mientras que Kronfle, antes aliado de Noboa, afirmaba que lo que él buscaba era tener un enemigo al cual fustigar cuando se iniciara la campaña del 2025.

En ese camino se presentaron, se retiraron, se suspendieron, se volvieron a presentar y se archivaron polémicos juicios políticos en contra de la fiscal general, Diana Salazar, tres exministros del expresidente Guillermo Lasso y dos ministras de Daniel Noboa, impulsados principalmente por el correísmo.

Y también se dio el relevo en la Presidencia de la Asamblea. Kronfle renunció para ser candidato presidencial y en su lugar quedó Viviana Veloz, de las filas de la RC.

“La culpa es de Noboa”

Políticamente hablando, “esta Asamblea pos muerte cruzada, cuyos integrantes fueron casi los mismos que tenía la de antes, adoleció de las mismas fallas de la elegida en el 2021″, señala el exlegislador socialcristiano Alfonso Harb, para quien ha sido evidente una falta de liderazgo dentro del Parlamento.

“No hemos observado líderes que hayan surgido del debate legislativo, sino más bien bloques que responden a personajes que están fuera de aquel, no ha habido brillantez ni orientación en los discursos políticos, y las decisiones que han tomado los bloques han sido al calor de las circunstancias y coyunturas políticas… Y cuando se rompió la relación del correísmo y los socialcristianos con el Gobierno, prácticamente la Asamblea perdió todo tipo de norte y empezaron a darse votaciones de mayorías coyunturales”, refiere.

El analista político Giuseppe Cabrera opina que el hiperpresidencialismo plasmado en la Constitución hace que sea el presidente el que marque la agenda en la Asamblea, “si es reaccionaria o colaborativa”. “Eso ya lo vimos antes: en el 2013, 100 votos a favor de todo lo que Rafael Correa proponía; y Guillermo Lasso solo logró aprobar un proyecto de ley en dos años. Y es lo que se vio en un primer momento en este año: cuando Noboa tuvo la capacidad de hacer política y lograr consensos, y unirse a quien tenía que unirse más allá de los “ismos” que él mismo decía que no tenía, aprobó cinco proyectos de ley”.

El presidente del Ecuador, Daniel Noboa (c), junto a Henry Kronfle y Viviana Veloz, cuando eran presidente y vicepresidenta de la Asamblea, respectivamente. Carlos Granja Medranda / EL UNIVERSO Foto: Carlos Granja Medranda

Pero luego “es él el que se abre frentes con sus otrora aliados” y se declara “el más anticorreísta de todos”, y se da una ruptura definitiva por la detención de Glas; “se pelea con Construye, que lo acusa de estar detrás del intento de desaparecerlo del registro electoral; se distancia del PSC y se lleva a sus legisladores…”. “Entonces, la culpa de los conflictos que vinieron luego es de Noboa”.

Por eso, según Cabrera, la etapa de mayor aprobación al trabajo de la Asamblea fue aquella en que tenía buena relación con el presidente.

“La Asamblea no es panadería”

A nivel legislativo, en tanto, si bien se aprobaron 36 leyes (30 en el periodo de Kronfle y seis en lo que va de la gestión de Veloz), tanto Harb como Cabrera señalan que la Asamblea Nacional le queda debiendo al país una producción normativa más sintonizada con las necesidades de la gente.

“La Asamblea no es panadería. No es señal de eficiencia aprobar muchas leyes, sino que sirvan para resolver los grandes problemas nacionales. En materia de seguridad ciudadana hubo ciertos endurecimientos de penas, pero tampoco es que han promulgado leyes que favorezcan a la lucha contra la delincuencia, por ahí algo del tema eléctrico y dos o tres más de importancia y pare de contar. Valoro el esfuerzo del expresidente Kronfle de llevar bien la Asamblea, pero el control no está dentro sino fuera y las organizaciones políticas tienen sus propias agendas, la mayoría de ellas preelectorales”, señala Harb.

Cabrera menciona que hay legisladores que creen que presentando muchos proyectos de leyes tendrán más exposición en sus provincias para buscar la reelección. “Hay más de 600 proyectos de leyes rezagados, algunas de un artículo, eso es insensato. A mí me parece que la producción legislativa tiene que medirse determinando si atendió o no las necesidades de la gente. Y en eso hay mucha tarea pendiente”.

Jorge Peñafiel, de la bancada de Construye, admite que la Asamblea está en deuda en ese aspecto porque si bien es un número importante son insuficientes si se va a medir su calidad, en especial las que tienen que ver con la lucha contra la delincuencia, la generación de empleo y el combate a la impunidad. “Necesitamos más profundidad, sobre todo en los problemas acuciantes que tiene el país”.

“La agenda de la Asamblea se circunscribió en el tema electoral. Pero Construye ha sido técnico, ha planteado leyes cercanas a la gente, pero como somos minoría no hemos tenido impacto. En tanto que el correísmo y el PSC, en ciertos momentos alejados, y en otros juntos, han pensando siempre en lo electoral”, indica.

Para Roberto Cuero, de las filas de la Revolución Ciudadana, el trabajo de su bancada ha sido transparente y eficiente, planteando y votando por proyectos de leyes que beneficien a la gente.

Por eso es que, en un primer momento, se generó un acuerdo de gobernabilidad para que Noboa pudiese gobernar de manera ágil “y la Asamblea le aprobó ocho proyectos urgentes”. Pero luego Noboa se metió a la embajada para detener a Glas. “Nosotros actuamos de buena voluntad, de buena fe. Y tomamos la decisión política (de alejarse) porque no han respetado el acuerdo inicial de gobernabilidad. No puede atropellar, primero el país, y segundo al exvicepresidente, como si fuera un delincuente de los más buscados o miembro de una banda de crimen organizado. Está en La Roca, por Dios”.

Cuero cree que, contrario a lo que puedan decir los analistas políticos, la conflictividad en la actual Asamblea es mucho menor que anteriores. Lo que pasa es que la imagen del Parlamento está desgastada y, aparte, la crisis energética también ha afectado el ánimo de los legisladores. (I)