En el barrio de La Planada, en el norte de Quito, una atmósfera de consternación envolvió a los vecinos debido al asesinato de Edwin Paredes, conocido cariñosamente como el Pescador entre sus allegados y los residentes de la zona.
La noticia de su fallecimiento el domingo 27 de octubre, a las 18:50, impactó a la comunidad y dejó a muchos con la incertidumbre de cómo la inseguridad se ha ido apoderando de las calles de su barrio.
Edwin era un hombre trabajador y respetuoso, y el sobrenombre tiene una carga afectiva para los habitantes de La Planada.
Su madre, fallecida hace aproximadamente diez años, se dedicaba a vender pescado en el barrio, lo que derivó en que la gente comenzara a llamar a su hijo el Pescador, un apelativo que él llevó con orgullo.
“Era un chico sociable”, comentó una vecina del barrio, quien por seguridad prefirió no revelar su identidad. “Pasaba y siempre saludaba. Buenos días, buenas tardes, nada más. No lo conocí en malos pasos, siempre fue amable”, añadió.
Edwin era padre de tres niños y esposo de una mujer que se gana la vida vendiendo pinchos en la esquina de la casa comunal.
Para quienes conocieron al hombre y a su familia, su partida representa una pérdida irremplazable y una muestra más de los peligros que enfrentan las personas del sector norte de la capital.
La mañana del 28 de octubre el silencio del barrio fue interrumpido por la escena que algunos vecinos prefirieron ignorar: los rastros de sangre en los adoquines donde Edwin quedó tras el ataque del que fue víctima estaban siendo removidos.
En el lugar pocas personas se atrevieron a hablar. Una vecina relató entre susurros que, aunque se enteró de los disparos, en ningún momento imaginó la gravedad de la situación.
“Aquí vivimos con miedo, no se sabe quién anda en la calle. Los robos y asaltos ocurren, pero esto, una muerte así, es la primera vez en esta calle”, comentó.
La misma vecina escuchó los disparos mientras atendía su pequeña tienda en el sector. “Estaba vendiendo cuando escuché ‘pum, pum, pum’. Pensé en balazos, pero no sabía a quién. Nadie salió, solo cuando sonó la alarma. Nadie pensó que era tan grave”, agregó.
La inseguridad, comentó, se siente cada día más, y aunque hay alarmas comunitarias y ocasionales rondas policiales, el temor de que la violencia se vuelva común en su barrio es latente.
Una de las imágenes que más conmovió a los presentes fue la de un perro, aparentemente fiel a Edwin, que permaneció a su lado durante las largas horas en las que su cuerpo yacía en el suelo, esperando la llegada de los agentes de Medicina Legal.
El can se convirtió en un testigo silencioso del ataque y del dolor que envolvía la escena.
El teniente Álex Hernández, jefe (s) del distrito de la Policía La Delicia, afirmó que el crimen fue un homicidio intencional.
Según el reporte oficial, dos hombres a bordo de una motocicleta negra atacaron a Edwin bajo la modalidad de sicariato. Los agentes policiales lograron retener tres motocicletas tras el ataque, dos de ellas reportadas como robadas.
La Policía se encuentra investigando el caso bajo la hipótesis de que el crimen podría estar vinculado al microtráfico de drogas, aunque los vecinos aseguran que nunca vieron a Edwin involucrado en actividades sospechosas.
En el distrito La Delicia, la violencia ha ido en aumento, con 43 muertes violentas registradas este año, ocho más que en el mismo periodo del año anterior.
La situación preocupa a las autoridades y vecinos por igual, ya que se teme que la ola de violencia de sectores cercanos como La Roldós y Pisulí pueda estar afectando también a La Planada.
Hernández manifestó que no descartan conexiones entre los hechos violentos de estos sectores, lo que refuerza la necesidad de intensificar la presencia policial y los operativos de seguridad.
Para los habitantes de La Planada, la inseguridad es una constante preocupación. Los robos, asaltos y arranches de carteras son parte de la realidad diaria. Aunque este tipo de crímenes violentos no era común en la zona, el asesinato de Edwin se percibe como una señal de advertencia de que nadie está a salvo.
La comunidad ha instalado alarmas en varios puntos y se ha organizado en brigadas de seguridad, pero estas medidas parecen insuficientes ante la escalada de violencia.
Los residentes pidieron a las autoridades que refuercen los patrullajes y establezcan una mayor presencia policial en el barrio. La esperanza de los vecinos es que las investigaciones lleven a la captura de los responsables y que la seguridad se restablezca en La Planada para que hechos como este no se repitan. (I)
Fuente: El Universo