Pese a ser una de las provincias con una mayor tasa de muertes violentas en el país, caminar por las calles de Sucumbíos es relativamente tranquilo. A diferencia de lo que ha ocurrido en Esmeraldas o Durán con la crisis de inseguridad, el comercio de esta provincia se ha mantenido activo.
Incluso en medio de los cortes de energía, durante las noches, jóvenes hacen deporte en las calles y parques de Lago Agrio, capital provincial y la ciudad más violenta de la jurisdicción. Los negocios abren hasta tarde, pese a la oscuridad.
Dispositivos de militares y policías realizan operativos y controles a toda hora y en varias calles y barrios de ciudades como Lago Agrio y Shushufindi. Así lo constató un equipo de PRIMICIAS que recorrió esa provincia durante la última semana de octubre de 2024.
Sin embargo, en plena guerra interna declarada por el presidente Daniel Noboa contra 22 bandas terroristas ecuatorianas, Sucumbíos es una de las seis provincias en las que las muertes violencias crecieron en 2024.
Entre enero y septiembre de 2024, en esta provincia -fronteriza con Colombia- se cometieron 84 asesinatos, 22 más que en el mismo período de 2023. Lo que significa un incremento del 34%.
Fuentes de inteligencia militar, al igual que moradores de la zona, atribuyen la violencia a la guerrilla colombiana. Específicamente, señalan a los denominados Comandos de la Frontera (CDF), una disidencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que opera en Putumayo, departamento colombiano que colinda con Sucumbíos.
Incluso, en abril de 2024, el Gobierno de Ecuador ubicó al colombiano Giovanny Rojas, alias ‘Araña’, cabecilla de los CDF, como el principal objetivo militar del Estado, en medio del conflicto armado interno.
La evolución de los CDF
En enero de 2019, un agente policial fue emboscado y asesinado en Sucumbíos. En esas épocas, la inteligencia ecuatoriana empezó a rastrear a los responsables y dio con una organización colombiana conocida como La Constru.
Esta es una banda criminal que empezó como una oficina de cobro de los carteles colombianos del narcotráfico y que en la década de 2010. Aprovechando la desmovilización del Frente Sur Putumayo de las FARC, se fortaleció con el reclutamiento de disidentes y se convirtió en la agrupación delictiva con mayor influencia en el narcotráfico de esa zona.
La Constru era liderada por Miguel Bastidas, alias ‘Gargola’. Posteriormente, se aliaron con las disidencias del Frente 48 de las FARC, que eran lideradas por Pedro Goyes, alias ‘Sinaloa’, a quien se le atribuía el control de las rutas del narcotráfico en Sucumbíos. Empezaron a llamarse La Mafia.
En 2019, ‘Gargola’ fue detenido y ‘Sinaloa’ asesinado por sus propios hombres. Entonces, asume el control total de la organización alias ‘Araña’, quien rebautiza al grupo y lo empieza a denominar Comandos de la Frontera.
Al mando de ‘Araña’, quien fue detenido en Colombia y luego liberado por ser parte del proceso de paz, los CDF asentaron su operación entre Putumayo (Colombia) y Sucumbíos (Ecuador). Sus lugartenientes, como ‘Popeye’, se encargan del cultivo de la coca, la producción de pasta base y cocaína.
Finalmente, esta organización delineó una ruta para mover esa droga a través de Sucumbíos hasta los puertos ecuatorianos, específicamente hacia Manabí. Al frente de ese transporte estaba alias ‘Chabalo’, recientemente detenido en Ecuador.
La ‘ley’ de los Comandos de la Frontera
Por la formación guerrillera de sus cabecillas -pese a que ahora son una organización narcodelictiva-, los CDF mantienen varias tradiciones de las FARC. Por ejemplo, sus integrantes viven en un régimen militar y reciben formación de ese tipo.
Lo que ha cambiado es que sus integrantes ya no son reclutados bajo un discurso ideológico revolucionario. Ahora campesinos ecuatorianos y colombianos son contratados y reciben un sueldo por distintas labores de siembra, producción, transporte y almacenamiento de la droga. Así como para labores de seguridad y logística.
Esto le ha permitido a la agrupación ampliar su control en toda la línea de frontera entre Ecuador y Colombia, en Sucumbíos. Controlan el narcotráfico, el comercio ilegal de combustibles y otros precursores químicos y están incursionando en la minería ilegal en Orellana, otra provincia amazónica ecuatoriana.
Su manera de operar, según inteligencia militar, se basa en el fuego, el miedo y la sangre. Sus enemigos son torturados y asesinados. Luego dejan los cuerpos en estados deplorables para enviar un mensaje a posibles agrupaciones antagónicas.
El ascenso de los CDF ha coincidido con la crisis de seguridad que vive Ecuador, donde bandas como Choneros, Lobos y Tiguerones controlan las economías ilegales en territorios como Esmeraldas, Guayas, El Oro y Manabí.
Estos grupos han intentado ampliar sus operaciones a Sucumbíos, ya que es una zona clave en las rutas de la droga hacia Europa y Norteamérica. Pero han sido esfuerzos en vano.
Cualquier miembro de estas bandas que ha sido detectado en Sucumbíos o sus alrededores es asesinado de inmediato. Incluso, algunas víctimas han sido delincuentes comunes que intentaron robar cacao de haciendas donde los CDF albergarían sus drogas.
‘Araña’ domina esta operación desde la clandestinidad, en Colombia. Pero, generalmente, su segundo al mando está en Ecuador. Es el caso de alias ‘Cejas’, quien fue detenido en abril de 2024 en Orellana y ahora está en una prisión nacional.
Las Fuerzas Armadas creen que un nuevo emisario de ‘Araña’ ya está en la zona. Sin embargo, la información se maneja con mucho recelo. Ya que el nivel influencia del capo colombiano es tal, que luego de la captura de ‘Cejas’, un oficial del Ejército que estuvo a cargo del operativo recibió una llamada directa del guerrillero, amenazándolo.
Fuente: Primicias