Antes, los gatos ya eran considerados mayores cuando cumplían ocho años de vida. Hoy, en cambio, no es infrecuente que vivan veinte años.
A medida que los gatos envejecen, sus cerebros muestran signos de atrofia y deterioro cognitivo. Se parecen más a los cambios observados en los humanos tras el paso de muchas décadas que a las alteraciones en los cerebros de ratones envejecidos que los científicos suelen estudiar en el laboratorio.
La semejanza es uno de los hallazgos que fueron presentados recientemente en la Conferencia Lake sobre Neurobiología Comparativa y Evolutiva cerca de Seattle, Washington, Estados Unidos.
Son también resultados de un gran proyecto de investigación que llaman “Translating Time” (”Traduciendo tiempo” en español).
Con el apoyo financiero de la Fundación Nacional de Ciencias y los Institutos Nacionales de Salud, dos organismos federales estadounidenses, un grupo de investigadoras lleva a cabo estudios que comparan el desarrollo cerebral en más de 150 especies de mamíferos. Incluyen también datos sobre el envejecimiento.
Lo hacen con la esperanza de que los datos ayuden a “descifrar las causas de enfermedades relacionadas con la edad, en particular las que afectan al cerebro, como la enfermedad de Alzheimer”.
Una de las líderes del proyecto es Christine Charvet, neurocientífica comparativa de la Universidad de Auburn. Es quien descubrió que los gatos podrían ofrecer una visión más precisa del deterioro cognitivo humano que los ratones de laboratorio.
En diálogo con Infobae, la doctora Laura Morelli, investigadora en enfermedades neurodegenerativas del Conicet y la Fundación Instituto Leloir, consideró que “los gatos sufren de amioidosis. Por lo tanto, es muy factible que su cerebro tenga el mismo tipo de envejecimiento patológico del perro y del humano”.
La amiloidosis es una enfermedad poco frecuente que se produce cuando se acumulan proteínas anormales llamadas amiloides en los tejidos y órganos
Cómo comparan a las especies
El proyecto Translating Time comenzó en la década de 1990, y se fue expandiendo. La doctora Charvet enfatizó que para abordar los desafíos en la medicina para los seres humanos hoy es crucial no centrarse en un solo modelo, sino considerar una gama diversa de sistemas.
La experta especificó que los ratones suelen ser el modelo estándar de los laboratorios. Pero presentan limitaciones significativas. Porque viven pocos años, y eso no permite observar el daño acumulado que podría conducir a las enfermedades neurodegenerativas que sufren los humanos.
Además, los ratones podrían contar con mecanismos que los humanos no poseen para eliminar las placas de proteínas mal plegadas, que se considera como un rasgo asociado a la enfermedad de Alzheimer, según dijo a la revista Nature Melissa Edler, neurobióloga comparativa de la Universidad Estatal de Kent, Estados Unidos.
Se considera también que los animales domésticos como gatos y perros podrían ser modelos alternativos valiosos para investigar el envejecimiento porque comparten el ambiente con las personas que les brindan cuidados responsables y son susceptibles a trastornos como la obesidad y la diabetes.
Desde esa mirada, existe la iniciativa de ciencia ciudadana Dog Aging Project (Proyecto sobre el Envejecimiento del Perro), que está dirigida por investigadores de la Universidad de Washington y la Universidad Texas A&M. Estudian cómo la genética, el estilo de vida y el entorno afectan el envejecimiento en perros.
Reúnen a una comunidad de perros, propietarios, veterinarios, investigadores y voluntarios para llevar a cabo el estudio de salud canina más ambicioso del mundo. Siguen a decenas de miles de perros durante diez años o más para identificar los factores biológicos, ambientales y de estilo de vida que maximizan una longevidad saludable.
“Esperamos obtener información que aumente nuestra capacidad para prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades relacionadas con la edad, ayudando así a nuestros perros y, por extensión, a nosotros mismos, a vivir más tiempo y con mejor salud”, expresaron los científicos que están a cargo de la iniciativa.
Aunque se reconoce que la cría selectiva ha influido en el envejecimiento y las enfermedades en los perros. En cambio, los gatos podrían ofrecer datos más fiables.
Más allá de los dos proyectos de investigación en curso, estar con gatos y perros también ayuda al envejecimiento saludable humano. El Consejo Nacional de Envejecimiento, una organización estadounidense, expresó que la interacción con los animales puede ser un factor clave para mejorar la salud mental y física de las personas.
Según un estudio, el 86% de los dueños de mascotas afirman que sus animales tienen un efecto positivo en su bienestar emocional. Además, la compañía de esos animales puede reducir la sensación de soledad y dar un propósito diario a través de actividades como alimentarlos y pasearlos.
La actividad física es otro beneficio significativo. Los responsables de perros, por ejemplo, tienen un 34% más de probabilidades de caminar al menos 150 minutos por semana en comparación con quienes no tienen perros. Este aumento en la actividad física puede ayudar a reducir la presión arterial, el azúcar y el colesterol, además de mantener un peso saludable y mejorar la resistencia física.
En cuanto a la salud cardiovascular, también tienen un impacto positivo. Un estudio reveló que los dueños de perros tienen un 24% menos de riesgo de muerte por cualquier causa y un 31% menos de riesgo de muerte relacionada con problemas cardiovasculares. También los dueños de gatos experimentan una disminución significativa en el riesgo de muerte cardiovascular, incluyendo accidentes cerebrovasculares e infartos.
Fuente: Infobae