El próximo presidente heredará una situación fiscal “muy grave y casi inmanejable” en 2025

“El próximo año la situación fiscal va a ser muy grave y casi inmanejable”. Con estas palabras, Jaime Carrera, miembro del Observatorio de la Política Fiscal, alerta sobre la herencia que recibirá quien asuma la Presidencia de la República en 2025.

El Gobierno de Daniel Noboa ha recibido más de $4.000 millones de ingresos extras entre enero y septiembre de 2024. Sin embargo, eso no solucionó los problemas presupuestarios.

La razón de fondo es que se generaron más ingresos (vía más impuestos temporales y permanentes, entre otros), pero el gasto ha aumentado.

Noboa ha hecho declaraciones como la siguiente: “Después de haber ordenado las finanzas públicas, podemos encargarnos de las planillas de luz de los hogares de diciembre, enero y febrero hasta 180 Kilovatios de consumo”.

Dicha afirmación es “una falacia” y un discurso populista, de acuerdo con la economista Andrea Rodríguez. “La evidencia es que hasta septiembre de 2024 se registró un déficit fiscal de más de $1.000 millones, a pesar de haber recibido $4.200 millones de ingresos adicionales”, acotó Rodríguez.

Noboa dejará, en el mejor de los casos, $4.000 millones de déficit (más gastos que ingresos) en 2024. “El déficit fiscal, que en 2023 cerró en $6.000 millones, en el mejor de los casos llegará a $4.000 millones hasta el final de 2024”, apuntó Rodríguez.

El país olvidó los fundamentos que hicieron a la dolarización exitosa durante sus primeros años, y ahora tiene una estructura de gasto “absolutamente perversa”.

Todo el dinero se va en sueldos, que son más de $10.000 millones. Eso absorbe toda la recaudación del impuesto a la renta y del IVA.

Luego se tienen las transferencias al IESS, los intereses de la deuda pública, que en este año van a ser $3.500 millones (insostenible para una economía como la ecuatoriana). Luego están los bonos de los pobres que son $1.300 millones. Asimismo, se suman las transferencias a los gobiernos locales que llegan a más de $3.000 millones. Y con eso el dinero se acaba.

“La estructura del gasto es perversa, es corriente y además es inflexible”, acotó Carrera.

Hasta septiembre, los gastos de seguridad fueron mínimos, a pesar de los mayores ingresos.

A los más de $1.000 millones de déficit que se acumularon en los primeros nueve meses de 2024, se deben aumentar los mayores gastos por la crisis eléctrica hasta diciembre.

Al momento para la barcaza, y todo el tema eléctrico, ya se ha registrado, pero todavía no se ha pagado, $320 millones. Al final de 2024, eso va a subir.

Si se suma unos déficits mensuales de $400 millones son al menos $1.200 millones más hasta diciembre. Con el acumulado de lo que va del año ya se llega a más $2.200 millones. A eso se añade alrededor de $600 millones que será el gasto total por la crisis eléctrica, y ya tenemos un déficit fiscal de alrededor de $3.000 millones.

Luego, hay que pagar el décimo tercero en diciembre, que son $500 millones, y ya se llega a un déficit de $3.500 millones. Finalmente, se deben sumar los gastos adicionales que siempre hay en diciembre.

Así, se llega a un déficit fiscal al final en 2024 que, en el mejor de los casos, será de $4.000 millones.

Los atrasos seguramente van a ser mayores a $4.000 millones (obligaciones de pago pendientes con proveedores, IESS, gobiernos locales, entre otros), pero todo dependerá de qué préstamos se obtengan hasta finales de 2024.

Si no se encuentra financiamiento adicional, los atrasos van a aumentar de manera importante. “Los atrasos ya son insostenibles al momento. Esa radiografía le da  una idea absolutamente real de que las finanzas públicas están lejos de ser sostenibles y ordenadas”, puntualizó Carrera.

El escenario fiscal empeorará en 2025

El presidente que asuma el poder en 2025, además de heredar el “enorme hueco fiscal” de 2024, enfrentará un escenario con menos ingresos e inclusos más gastos.

En el mejor de los casos, 2025 cerrará con un déficit de al menos de $5.000 millones.

Esto se debe a las siguientes realidades:

No habrá los ingresos por impuestos temporales. Esos son $500 millones menos. Tampoco habrá la remisión tributaria y sus ingresos por casi $600 millones.

Como las autorretenciones son anticipos del impuesto de renta que debieron pagarse el próximo año en abril pero que se están anticipando en 2024, habrá $1.000 millones menos de impuesto a la renta en 2025.

Al final de 2024, las autorretenciones van a superar los $1.600 millones. Eso es un exceso de autorretención de las empresas porque lo que lo que realmente debió cobrarse son $1.000 millones.

Entonces, todo ese ingreso por autorretenciones en 2024 se transformará en cartas de crédito, en notas de crédito y ya no irá a las arcas fiscales. Ahí tiene $1.500 millones más de déficit.

3 El próximo año también va a crecer el gasto por los intereses de deuda y el aporte del 40% al IESS

En la Asamblea se aprobaron unas reformas a la Ley de Seguridad Social que obliga a presupuestar desde el próximo año todo el monto del aporte del 40% (normalmente el Gobierno de turno presupuesta alrededor de $1.000 millones menos por falta de recursos). Asimismo, desde 2025, se tiene que incluir en el presupuesto estatal el pago cada año de la deuda con el IESS. Supongamos que el monto es de $8.000 millones. Entonces, en 10 años se deberá incluir un pago de $800 millones adicionales al año.

El déficit público también va a aumentar porque gran parte de los costos de alquiler de barcazas o de motores térmicos en tierra, y todo lo que se requiere para la crisis eléctrica, se va a efectuar en 2025.

“El próximo año seguramente el déficit fiscal va a ser de $5.000 millones o más. Y luego de ese déficit se debe agregar el pago de amortizaciones de la deuda que están también cerca de $5.000 millones”, acotó Carrera.

A todo esto, se sumarán alrededor de $5.000 millones por atrasos. Así, las necesidades de financiamiento, es decir la deuda adicional que se necesitará para cubrir todos los gastos y obligaciones, serán de al menos $15.000 millones.

“Se requiere un programa fiscal serio, muy serio, de disciplina absoluta para generar confianza, que baje el riesgo país, que vengan las inversiones y el país crezca. No hay otra alternativa. En 2025 se producirá un punto de inflexión donde los ecuatorianos deberán decidir qué tipo de economía y Estado quieren tener”, concluyó Carrera. (JS)

Diario La Hora

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