Edinson Cavani, la máxima figura de la actualidad de Boca Juniors, mantuvo un mano a mano imperdible con el Pollo Vignolo para ESPN Fútbol 90, donde, entre otras cosas, le contó la razón de su sentimiento hacia el Xeneize y trató de explicar su adoración por La Bombonera.
El delantero uruguayo jugó en grandes clubes a nivel mundial como PSG y Manchester United, sin embargo, no se olvida de sus orígenes, ni de su infancia. A continuación un estracto de la entrevista de Vignolo
-Qué invento argentino el mate…
-Todas las cosas tienen un poco una mezcla, un poco de acá y de allá. cada uno tiene su forma de tomarlo, he visto a los argentinos y cada uno tiene su manera. Y en Uruguay es como que todo el mundo lo hace de la misma forma.
-¿En el vestuario de Boca quién te puede competir?
-Hay muchos tomadores de mate, y todos se acostumbraron al preparado, al agua caliente, a la montañita, que no digo que sea idea nuestra, pero es nuestra forma de tomarlo.
-Te veo con mucha paz. No es fácil llevarla en el fútbol
-Siempre he sido así, siempre he tenido esta forma de ser. Siempre he sido muy tranquilo, de casa, familia, amigos. Siempre he tenido claro lo que quería, nunca he intentado nada más que uno mismo. Ser auténtico, ser lo que uno es. Siempre veo las cosas que para mí no tienen mucho misterio. A veces uno se enrosca mucho en cosas que no te dan nada más que pérdida de tiempo. Siempre he tenido claro lo que quiero para mi vida.
-¿Cómo eran los Cavani en Salto?
-La familia de mi padre siempre estuvo vinculada al fútbol. A mi abuelo le encantaba, mi padre jugó a nivel de Selecciones del interior, muy reconocido en el litoral de Uruguay. Siempre estuvimos vinculados al fútbol, siempre acompañando a mi padre. Cuando yo empecé a tener un poco más de uso de razón, él dejó y ahí empezó como entrenador. Y yo siempre al lado suyo pateando una pelota.
-No lo pudiste ver jugar…
-No tengo recuerdos de haberlo visto. Jugaba de 9. Viste que siempre el que jugaba mejor es el que no llegó.
-¿Jugaba mejor que vos?
-Y mi hermano también jugaba un montón, dicen, es defensor central. Siempre dicen: ‘si este se hubiera propuesto también terminaba ahí…’.
-¿Casa humilde?
-Era una casa de una familia laburante, que siempre nos dio todo en el sentido de lo que necesita un niño: un techo, el cariño de sus padres, que lo acompañen, un plato de comida y una cama para dormir. Hemos tenido siempre lo que necesitábamos para vivir. Y creo que hemos tenido buenos valores porque nuestros padres nos han criado así, con sus defectos y virtudes. Eso es lo que uno más remarca y lo más lindo con el pasar de los años, lo que te queda. Mirás para atrás y decís: mirá qué lindo cómo viví mi vida.
Siempre digo lo mismo, yo fui un niño feliz. Pero una familia humilde donde vimos a nuestros padres superarse, de a poquito tener nuestra casa propia, que no la tuvimos hasta que yo tenía 12 o 13 años, vivimos en diferentes lugares. Por eso me dicen si tengo amigos de la infancia y no tengo tantos porque no pudimos nunca vivir siete o diez años en un mismo barrio. Entonces ibas un par de años acá, tus viejos cambiaban de trabajo y nos teníamos que mudar, entonces nunca llegaba a formarse una amistad. Eso fue un poco porque había que laburar. Los vimos superarse, construir su propia casa, encontrar esa tranquilidad y de a poquito ir teniendo alguna cosita más, algún regalo especial, y a los 15 o 16 ya me fui a Montevideo.
-¿Es verdad que te costó?
-Sí, me costó mucho. Extrañaba un montón. Me fui a probar a los 15 por un amigo de mi papá, el Bomba Cáceres, que estaba en Liverpool, y me quedé. Estaba viviendo en lo de mi hermana y extrañaba mi casa. Llegaba la tarde y extrañaba ver a mis padres. Me sentía solo y me volví. Llamé a mis padres y les dije que extrañaba mucho y quería volver. Ellos jamás me dijeron que tenía que seguir, que sacrificarme. No, me dijeron volvete, te vamos a estar esperando, vas a seguir estudiando. Mi hermano mayor, Fernando, sí me decía: no te podés ir, sos un cagón. Y yo ya le marcaba los puntos desde ese momento y le decía: no me importa, extraño a mi familia y quiero estar con mis padres. Y cuando llegás a Salto te das cuenta y decís, no puedo dejar pasar esa oportunidad. Terminé ese año del liceo y a los 16 en febrero se abrió la oportunidad de ir a probarme y arranqué. Me fui a Danubio porque mi hermano Walter estaba ahí y me consiguió para ir y hacer la prueba. Ahí fui mentalizado y me quedé. Extrañaba muchísimo pero ya sabía lo que quería.
-No volviste más a vivir a Salto…
-No podía volver seguido, estamos a 500 km de Montevideo. No había plata para los pasajes. Nuestros papás tampoco podían ir seguido. Mi mamá tenía una peluquería en nuestra casa y trabajaba en la Aldea de la Bondad, y mi viejo trabajaba en una empresa de limpiezas viales. No podían dejar todo e ir a visitarme, estaba mi otro hermano en Salto. Los fines de semana Montevideo quedaba un poco… ¿Qué hacía? No tenía amigos para ir al parque. Costó bastante ese tiempo.
-¿Te decían Pelado?
-Pero cuando era chiquito.
-¿Admirabas a Batistuta?
-Sí. No miraba tanto fútbol porque pasaba todo el tiempo jugando afuera. Pero el fin de semana pasaban el Calcio. Me acuerdo de esas épocas y me acuerdo del Bati, me encantaba. Otra cosa que tuvimos es que siempre fuimos del pelo largo: mi viejo, mis hermanos y yo también. Fue ese modelo que uno mira, que te atrae. Creo que tenemos cosas. Físicamente hemos sido diferentes, uno es más flaco y espigado, el otro más robustos, pero creo que con características parecidas: nunca fuimos genios con la pelota, pero siempre fuimos jugadores temperamentales, con fuerza física.
-¿No te considerás un genio con la pelota?
-No, sinceramente no. Genios son otros: Messi, Neymar, Ronaldinho, Maradona. Yo soy un laburador del fútbol que me fui puliendo, mejorando y tengo el hambre del gol y de buscar simpre la gloria, y ganar, y querer, e ir… Uno va mejorando y las cosas se van dando. El sacrificio paga.
-Hay pibes mirando esta nota y hay un mensaje de que no aflojen. El trabajo paga.
-Si hubiera sido un genio, quizás todas esas cosas no las hubieran notado tanto. Por ahí a los genios les cuestan menos, aunque tengan mucho trabajo atrás y profesionalismo. Al genio las cosas le salen naturales. El trabajo paga en todos los ámbitos de la vida. Me crié viendo a mis padres superarse, en una familia humilde donde no faltó nada, pero nos hacían notar que obtener las cosas costaba mucho. Eso te enseña y empezás a ver que el sacrificio de mis padres va teniendo recompensa y le vas dando un significado y te vas formando. Cuando llegás a cierto punto y tomás tus decisiones ves que la receta más importante es el trabajo y la dedicación a lo que hacés. Y el amor a lo que hacés.
Cuando uno tiene pasión por algo y lo hace con amor, tiene que buscar ser el mejor. Sanamente, por una cuestión de superación, en cualquier profesión. Todos necesitamos del carpintero, el albañil, el médico… Al final es una cadena, entonces por qué no buscar ser el mejor en lo que hacés. Sin desmerecer, porque hay gente que lo hace… Es una profesión como otras que no necesitás años de carrera pero que también podés ser el mejor. Esa es la satisfacción de uno. Así veo las cosas. La dedicación y el profesionalismo en lo que hagas tiene que estar, es la clave para cualquier ser humano en su vida.
Desde salto a La Boca, por Laguna
-¿Boca dónde estaba en ese momento del Cavani de Salto?
Era impresionante porque era Nacional-Peñarol, Boca-River. El niño uruguayo se cría en la calle con la camiseta de Boca, de River, de Nacional y de Peñarol. Y Boca se veía que la gran mayoría les tiraba esa camiseta. Mi hermano era más fanático. A mi me gusta la pasión del fútbol. Yo juego al fútbol, más allá de que sea un trabajo y me lo he tomado con mucha responsabilidad, el fútbol es eso, es pasión, es sentir lo que te transmite el club, el hincha, la historia del club. Y cuando era chiquito lo sentía de verdad. Después se te va la cabeza porque te vas a Montevideo y el fútbol europeo es el objetivo que te ponés en tu cabeza. Nunca dije que quería ser un crack, yo quería gritar goles y jugar en Europa.
Y cuando estaba en el Sudamericano Sub 20, se hablaba mucho y hacía tres meses que estaba en el primer equipo de Danubio. Que te vas para allá o para acá… Yo decía yo quiero irme a Europa, a donde sea, pero quiero llegar ahí. Y de ahí yo voy a ver lo que voy a dar. Era el paso ese. Y después vamos a medirnos y ver si estamos para poder hacer algo más. Así fue, llegué al Palermo y las cosas de a poquito empezaron a agarrar forma.
Tengo anécdotas como en el primer gol que hice. El entrenador había declarado que estaban contentos con mi llegada, que yo era un chico todavía, que tenía mucho para mejorar todavía. Eso lo tenía claro, pero tampoco era que sentía que no podía entrar a jugar un partido en un equipo de Primera. Haber jugado en Primera en Uruguay me daba esas ganas y confianza. Yo seguía entrenando. Se había lesionado Amauri, el brasileño, y compraron a un polaco. Jugábamos contra Fiorentina al mes que había llegado, estaba en casa con fiebre y me llamaron que tenía que ir a concentrar. Fui al banco. Minuto 40 del primer tiempo, gol de ellos. Se armó un lío, nos echaron a un jugador. En el segundo tiempo entré. Yo decía: ¿yo? Sí sí. El segundo me llamó sin consultar con el entrenador. Renzo Gobbo se llamaba, un pelado, era el ayudante de Francesco Guidolin. Me hizo entrar y se te dan esas cosas. Minuto 78 por ahí, un centro, la agarré de afuera del área y la clavé en el ángulo. Cosas que te van pasando y siempre digo lo mismo: yo las cosas las busco, no se dan por casualidad, siempre las he buscado. Hasta en mis errores, son cosas que he buscado. El ser humano es así, hay que buscar las cosas.
La familia es lo primero para Cavani
-Tu señora es parte del equipo.
–Toda la familia es parte. Todo futbolista necesita estar bien rodeado de gente sana y que te quiera bien porque son los que realmente van a estar en las cosas lindas y en las difíciles. Mi señora es tranquila, mansa, como soy yo. A veces deseando que te vayan mejor las cosas se pasa de preocupación por los momentos que te tocan vivir en el fútbol. La familia sufre, pasa mal cuando las cosas no salen, en los momentos difíciles y las derrotas. Y en las victorias no llegan a disfrutar tanto porque quieren que te siga yendo bien. Es la dinámica que se tiene en la casa, uno lo contagia. Me cuesta disfrutar. Y con el tiempo he empezado a disfrutar un poco más, pero he sido siempre muy autocrítico, analizo mucho. Cuando se gana lo disfruto un poquito porque sé que mañana hay que volver a ganar, a prepararse, a estar al 100% porque hay que volver a ganar para acercarse al objetivo final. Y eso se transmite, entonces la familia tampoco disfruta tanto.
-Evitar los amigos del campeón…
-Hay de todo en el camino, depende de qué futbolista y qué persona, y de su capacidad de captar quiénes son realmente los que van a acompañarte, porque te quieren, no te envidian y quieren lo mejor para vos. Hay que detenerse a ver quién es el que quiere que te vaya bien.
-¿Cómo salió el festejo de la flecha?
-Sale por lo que contaba de estos tiempos. Uno crece, vive ciertas experiencias, ve la vida de cierta manera, voy madurando y conociendo de qué manera quiero vivir mi vida. Por eso disfruto dónde me toca estar. Cuando nació mi hija India empecé a descubrir a nuestros antepasados, de dónde vienen nuestras familias y he descubierto que uno tiene esa sangre indígena, y eso te lleva a profundizar lo que uno es y lo que uno quiere descurbrir en lo profundo de nosotros. Por eso ponerle India a mi hija, y el festejo es un poco en honor a los indios, a mi hija, a nuestra sangre que tenemos.
-Están locos tus hijos…
-Están locos, les encanta Boca y si no los llevás al estadio el día del partido te lo reprochan toda la semana. Y eso es porque la gente te arropa, te da cariño y te hace sentir que sos parte de esto. Y yo recién llegué. Eso uno lo reconoce.
Cabe recordar que, recientemente, Cavani renovó su contrato con el club de La Ribera por dos temporadas más, es decir, que planea terminar su carrera con la camiseta azul y oro.(D)
MB