La ansiedad social puede ser limitante, pero existen formas de aliviarla

“Entro en una fiesta y siento que todas las miradas se posan sobre mí. Mi pulso se acelera, me arde la cara y se me revuelve el estómago. Todo el mundo debe estar juzgándome: por mi aspecto, por mi forma de caminar, de hablar y de comer. Con el tiempo, empiezo a evitar cada vez más las situaciones sociales porque no soporto la ansiedad. Este aislamiento es desgarrador”.

Este es el tipo de historia que escucho con frecuencia de mis pacientes con ansiedad social. Como psicólogo, he notado que la ansiedad social se ha convertido en una de las razones más citadas por las personas que buscan terapia en mi consultorio, especialmente desde el auge de las redes sociales y todas las formas virtuales en las que interactuamos entre nosotros, así como la pandemia. La ansiedad está aumentando gradualmente y el trastorno de ansiedad social, antes denominado fobia social, es el segundo trastorno de ansiedad más prevalente (después de las fobias específicas), y afecta aproximadamente a 1 de cada 10 adultos y adolescentes.

El trastorno de ansiedad social implica una ansiedad considerable en situaciones sociales o de desempeño y se acompaña de un fuerte temor a ser rechazado, así como a aparecer o actuar de una manera que conduzca a vergüenza y humillación. Cuando la ansiedad social interfiere significativamente con el trabajo de una persona, el establecimiento o mantenimiento de relaciones, el ocio u otras funciones (por ejemplo, el uso del transporte público, los viajes, la práctica de deportes), lo diagnosticamos como un trastorno. El trastorno de ansiedad social suele comenzar en la infancia o la adolescencia y persiste durante toda la vida.

Infobae

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