¿Podrá China sobrepasar la economía estadounidense?

La idea de que China supere a Estados Unidos para convertirse en la economía más grande del mundo ha sido una obsesión para políticos y economistas por décadas. ¿Qué pasará, argumentan, cuando la economía de Estados Unidos, una de las más dinámicas y productivas, se vea superada por un régimen autoritario con una fuerza laboral de 750.000 personas?

Las predicciones sobre el momento exacto en que China arrebataría la corona a Estados Unidos se multiplicaron rápidamente con la crisis financiera de 2008-2009, que obstaculizó el crecimiento estadounidense y europeo durante años. Antes de lo que se conoció como la Gran Recesión, China registró un crecimiento anual del producto interno bruto (PIB) de dos dígitos durante al menos cinco años. En la década posterior a la crisis, la economía china todavía crecía entre 6 % y 9 % anual. Eso hasta que llegó el covid-19.

Como si la pandemia, cuyas estrictas medidas de bloqueo pusieron de rodillas a la economía, no fuera suficiente, la potencia asiática también se vio sumida en una crisis inmobiliaria. En su apogeo, el mercado inmobiliario chino suponía un tercio de la economía del país. Sin embargo, la normativa introducida por Pekín en 2020 puso límites a la cantidad de deuda que podían asumir los promotores inmobiliarios. Muchas empresas quebraron, dejando sin vender unos 20 millones de viviendas sin terminar o retrasadas.

Casi al mismo tiempo, el deterioro de las relaciones comerciales con Occidente también debilitó el crecimiento de la segunda mayor economía del mundo. Después de haber alentado el ascenso de China durante décadas, a finales de la década de 2010, Estados Unidos pasó a contener las ambiciones económicas y militares de Pekín, aunque sólo fuera para retrasar su inevitable avance.

¿Ha la economía de China alcanzado su techo?

El aparente cambio de suerte para la economía china fue tan marcado que hace aproximadamente un año surgió un nuevo término: “pico de China”. La teoría sostenía que la economía china se veía ahora acuciada por muchos problemas estructurales, como una pesada carga de deuda, una ralentización de la productividad, un bajo consumo y el envejecimiento de la población.

Esas debilidades, junto con las tensiones geopolíticas en Taiwán y el desacoplamiento por parte de Occidente, que buscaba revertir su dependencia comercial con China, provocaron especulaciones sobre el retraso de la hasta entonces considerada inminente supremacía económica china, llegando a dudarse que se llegara nunca a producir.

DW

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