En una cárcel del régimen talibán una activista de derechos humanos fue violada y torturada

Una activista afgana de derechos humanos fue violada y torturada por hombres armados en una cárcel talibán, según un video en poder de The Guardian. Este material se considera la primera evidencia directa de violencia sexual en las prisiones del régimen talibán.

El periódico citado indicó que las imágenes muestran a la mujer obligada a desnudarse antes de sufrir múltiples agresiones sexuales por parte de dos hombres. La grabación fue hecha con un teléfono móvil por uno de los agresores y posteriormente enviada a la víctima como amenaza de divulgar el video si continuaba denunciando al régimen talibán.

La activista se exilió tras el ataque y afirmó que fue arrestada por participar en una protesta contra los talibanes.

Violaciones y torturas similares han sido denunciadas por otras activistas y manifestantes. Zarifa Yaqubi Parwana Nejarabi, ambas activistas detenidas y torturadas por los talibanes, compartieron sus experiencias de abuso sexual y violencia física durante su encarcelamiento. Nejarabi mencionó que le mostraron una carta con una sentencia de lapidación y que escuchaba discusiones sobre su posible ejecución.

Desde que los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021, Afganistán ha visto un incremento en la represión contra las mujeres, con lo que muchos califican como un “apartheid de género”. A las mujeres se les prohíbe asistir a escuelas secundarias, trabajar en la mayoría de los empleos remunerados, acceder a espacios públicos como parques y gimnasios, y deben cumplir estrictos códigos de vestimenta.

Funcionarios de derechos humanos, como el relator especial de la ONU, Richard Bennett; y Heather Barr, de Human Rights Watch, han expresado su preocupación por la impunidad con la que operan los talibanes y el estigma que rodea a la violencia sexual en Afganistán, lo que dificulta que las víctimas denuncien las agresiones.

Estas declaraciones y testimonios se suman al creciente número de informes sobre abusos y la reintroducción de prácticas punitivas como la flagelación y la lapidación pública bajo el gobierno talibán.

Una reciente reunión en Doha organizada por la ONU para discutir el futuro de Afganistán no incluyó a mujeres afganas ni abordó los derechos de las mujeres, lo que sugiere la falta de atención internacional sobre estas graves violaciones.

Testimonios escalofriantes

The Guardian y la organización de mujeres afganas Rukhshana Media conversaron con otras manifestantes y activistas que también denunciaron haber sido torturadas y golpeadas después de ser arrestadas por pedir los derechos de las mujeres.

Zarifa Yaqubi, de 30 años, narró que estuvo encarcelada durante 41 días en noviembre de 2022 después de intentar organizar un movimiento para mujeres afganas. “Me aplicaron descargas eléctricas y me golpearon con cables en partes del cuerpo”, dijo al medio británico, al tiempo que agregó que la habían torturado para que admitiera haber aceptado dinero de extranjeros para protestar contra los talibanes.

Por su parte, Parwana Nejarabi, de 23 años, expresó que las fuerzas talibanes la golpearon y le aplicaron descargas eléctricas después de que la arrestaran cuando protestaba por los derechos de las mujeres a principios de 2022. Dijo que pasó un mes en régimen de aislamiento y que le mostraron una carta con una orden para que la lapidaran hasta la muerte. “Podía oírlos decir: ‘Deberían matarla’”, detalló. Fue liberada después de una confesión forzada y huyó de Afganistán para vivir en el exilio.

Pese a los enormes riesgos para su seguridad, las mujeres en Afganistán siguen organizando protestas públicas y criticando al régimen talibán. Rukhshana Media contabilizó al menos 221 actos de protesta de mujeres y niñas en los últimos dos años.

Heather Barr, directora asociada de la división de derechos de la mujer de Human Rights Watch, aseguró que los talibanes siguen actuando con “total impunidad por los abusos, particularmente detrás de los muros de las prisiones”.

“Los talibanes son conscientes del gran estigma que rodea la cuestión de la violencia sexual en Afganistán y de lo increíblemente difícil –y habitualmente imposible– que resulta para las víctimas de violencia sexual presentarse y contar sus historias, a veces incluso a sus propias familias porque existe el riesgo de vergüenza y potencialmente de violencia por ‘honor’”, analizó.

En tanto, el relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Afganistán, Richard Bennett, remarcó: “Estoy alarmado por los informes sobre tortura y malos tratos en Afganistán, incluidas las denuncias de violencia sexual durante la detención, especialmente contra mujeres”. Y concluyó: “Seguimos investigando estos informes y tratando de esclarecer los hechos”.

Fuente: Infobae

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