Este sector está ubicado en el extremo norte del centro histórico de Quito.
En el extremo norte del centro histórico de Quito se encuentra el sector conocido como La Basílica, llamado así por su proximidad a la Basílica del Voto Nacional. Esta emblemática iglesia, con su impresionante arquitectura gótica, atrae a turistas nacionales y extranjeros que quedan maravillados por su belleza.
Sin embargo, el sector La Basílica es más que un destino turístico, es un hogar para muchos quiteños que viven en antiguas casas que han resistido el paso del tiempo.
Edison Simbaña, representante de los vecinos de la calle Caldas, detalló las necesidades y problemas que enfrenta la comunidad. Según Simbaña, una de las complicaciones es la falta de un lugar adecuado para los desechos de las mascotas cuyos dueños las pasean por el sector o que deambulan por allí.
Pero a más de eso hay quienes también hacen urinarios de la vía pública.
“Aquí en la calle y en el sector de La Basílica, el problema que tenemos es que la gente ha hecho urinario en la Guayaquil y Caldas”, explicó.
En la zona existe una cabina de servicios sanitarios, pero solo cumple con un horario establecido, como es normal. El problema radica en el abandono de esta parte de la vereda, porque al caminar es imposible no percibir la pestilencia a orina.
Ciudadanos que pidieron mantener su nombre bajo reserva señalaron que en la noche las personas en situación de calle toman el lugar, también delincuentes que aprovechan la falta de iluminación.
Ese es otro de los problemas, la seguridad. Simbaña habló de la necesidad de una alarma comunitaria y cámaras de seguridad. “El Municipio debe abastecernos de una alarma comunitaria, que no la tenemos. De igual manera, unas cámaras,” comentó.
La comunidad también enfrenta problemas de higiene debido a visitantes que no recogen los desechos de sus mascotas y dejan basura en las calles. No serían todos, algunos vecinos tendrían conciencia del orden de esa zona rica en turismo, pero no todos la respetan.
La inseguridad se agrava por la deficiente iluminación y la limitada presencia policial. Simbaña contó de un reciente asalto, una cámara de seguridad registró el momento en que un ciudadano fue golpeado por dos sujetos, quienes lo despojaron de sus pertenencias y huyeron ante la vista de un guardia que no pudo interferir.
“La luz en la parada del Banco Central se ha dañado, parece que los delincuentes la dañan a propósito” agregó el dirigente.
Además, cuestionó la sectorización de la vigilancia policial: “Tenemos el UPC de arriba, pero no puede actuar en este sector porque solo pueden trabajar hasta la esquina de la calle Vargas. Nosotros ya pertenecemos al sector de La Tola, y hasta que lleguen, ya pasan muchas cosas”, enfatizó.
En la esquina de las calles Guayaquil y Caldas existe un pedazo de muro que está por caerse, al parecer pertenece a una entidad municipal, pero, aunque aseguraron que se ha pedido la atención inmediata, no se han tomado medidas de prevención.
Noemí Cazar, otra residente del sector, rememora con cariño la tranquilidad que solía caracterizar a su barrio. “Siempre ha sido tranquilo, no ha habido muchos problemas en el barrio,” afirmó, resaltando la colaboración entre vecinos que ha tenido por más de 40 años en los que vive en dicho lugar.
Cazar se refirió a la necesidad de mejorar la seguridad, especialmente para proteger a los turistas que frecuentan la zona. “La seguridad sí nos hace falta porque generalmente más persiguen a los turistas”, manifestó.
Esta zona tiene alta llegada de turistas, tanto a pie como en ‘chivas’, en los bajos de la Basílica del Voto Nacional los visitantes aprovechan su majestuosidad arquitectónica para sacar fotos y plasmar su visita por uno de los principales lugares de la capital.
Respecto a las recientes intervenciones municipales, Cazar criticó la nueva pintura amarilla aplicada en la calle Caldas y en los corredores del parque García Moreno.
“Es muy fuerte el color. A mí personalmente me afecta mucho la vista. Mejor no salgo yo afuera porque es muy intenso” reprochó.
Otros vecinos también han expresado su inconformidad, alegando que la pintura es resbalosa y que no se les consultó antes de su aplicación.
Desde el Municipio de Quito se informó que la pintura fue una donación de la empresa privada y se defendió la obra argumentando que forma parte de un corredor seguro. Sin embargo, los vecinos siguen insatisfechos y piden ser incluidos en las decisiones que afectan su entorno diario.
Mientras el sector sigue atrayendo a turistas y mantiene su encanto arquitectónico, sus residentes esperan que las autoridades municipales tomen acciones concretas para mejorar la calidad de vida en su barrio. (I)
Fuente: El Universo