Que una persona deje de ingerir alimentos sólidos y líquidos por más de cuatro días ya tiene un impacto en la salud, dice Paola Dalgo, docente investigadora del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL).
Ahora si se trata de más tiempo como los 28 días que lleva el exvicepresidente Jorge Glas, que se ha declarado en huelga de hambre desde el pasado 10 de abril, las consecuencias en la salud son graves.
Glas permanece recluido en la cárcel de máxima seguridad La Roca, en Guayaquil, después de la detención del pasado 5 de abril dentro de la Embajada de México. El exfuncionario está sentenciado por actos de corrupción y ha asegurado, a través de Francisco Hidalgo, el accionante del habeas corpus, que estará en huelga de hambre “radicalizada”.
Dalgo afirma que estar en huelga de hambre en un máximo de 6 a 8 semanas podría concluir con la muerte de ese ciudadano/a por desnutrición.
“Si es que deja de consumir alimentos, en ese largo tiempo, claramente esta persona va a tener un deterioro físico e inclusive mental. Se puede evidenciar síntomas del tercer al cuatro día de no consumir alimentos porque son indispensables para el desarrollo corporal”, sostiene Dalgo.
La especialista asegura que no solo es la pérdida de masa muscular sino también de las capacidades para pensar, de movilidad porque se la persona pierde fuerzas.
Para la licenciada en nutrición, dietética y estética, Sussy Corral, es posible lograr una supervivencia a partir de fórmulas o mezclas nutricionalmente balanceadas, pero aclara que no es lo idóneo: “requerimos también fibras insolubles presentes en ciertos alimentos como granos, frutas y vegetales”.
Corral indica que los organismos, de las personas que realizan huelga de hambre o dejan de comer, deterioran su función digestiva, afectando su microbiota intestinal. Esto significa que puede generar diarreas, estreñimiento o flatulencias.
“No siempre hay pérdida de peso al dejar de consumir sólidos, de hecho, el consumo desmedido de calorías es más sencillo ante los líquidos hipercalóricos como los jugos, las coladas, las bebidas carbonatadas, suplementos alimenticios azucarados, ya que al no requerir de ninguna masticación y ser más rápida la deglución, resulta sencillo aportar más calorías de las necesarias, y por ende, generar más grasa corporal si es que no hay actividad física de por medio que permita el desgaste. Sin embargo, que no exista pérdida de peso, no significa que quienes se encuentren en un ayuno prolongado no estén pasando una desnutrición grave”, argumenta Corral.
Después de un mes en huelga de hambre: ¿cuáles son los síntomas?
/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/eluniverso/XHPSBY7WEZB35DHX3XOPE4ACXI.jpg)
“Va a tener secuelas. Ahora si es solo sopas, cremas o electrólitos, que suelen darse por sueros orales, puede durar hasta tres meses”, menciona Dalgo.
Ya con este tiempo, esa persona puede desarrollar el síndrome de realimentación, que son las alteraciones metabólicas desencadenadas. Aquí los efectos son problemas hepáticos porque el hígado estuvo en un periodo sin alimentos y también neurológicos y arritmias.
Volver a la alimentación
Si una persona que ha estado en huelga de hambre y regresa a una alimentación normal, de acuerdo a las especialistas, no puede ser drástico. “Eso es peligroso”, apunta Dalgo.
Entonces, afirma que lo correcto es iniciar con sopas, carnes blancas como el pollo transformadas en crema, básicamente alimentos de fácil digestión.
“El organismo vuelve a realizar un proceso metabólico. Es como una dieta cuando una persona sale de cirugía, de poca sal”, sostiene Dalgo.
En tanto, Corral afirma que esto dependerá del tipo de ayuno: “Si se tratara de los casos en que hubo ayuno de sólidos mas no de líquidos, se podría considerar administrar alimentación por vía intravascular, más aun si las personas en cuestión llevaron mayor tiempo del recomendable sin alimentación”.
Y añade: “para realizar correcciones electrolíticas y de macronutrientes en dosis crecientes, iniciando por las mas bajas que pueden ser 10 calorías/kg diarias, de manera que se previene el sindrome de realimentación, que es la aparición de alteraciones neurológicas, respiratorias, arritmias e insuficiencias que se dan pocos días luego de haber reiniciado la alimentación, y que suelen tener desenlaces fatales para los individuos”.
Fuente: El Universo
ra
