El Atlético de Madrid logra una sólida victoria contra el Athletic Club fundamental en su pelea por estar en la Liga de Campeones la próxima temporada. El conjunto de Diego Pablo Simeone venció con un trabajado triunfo y en un choque marcado por la igualdad frente al cuadro bilbaino pese al resultado final (3-1).
Rodrigo De Paul dio el primer golpe del partido al marcar el gol que abría la lata en el primer cuarto de hora del partido. En un partido tan medido, con tanto en juego, con la prudencia que implica para contener cualquier riesgo, para controlar cualquier detalle, el primer gol cobra generalmente una dimensión incalculable. No fue tanto este sábado. Un muro también derribado por el Atlético, que no había batido ni una vez la portería del Athletic en las más de cuatro horas y media que había jugado este curso en tres duelos contra ese adversario.
En un cuarto de hora lo hizo este sábado, con muchas menos ocasiones de las que había creado en el precedente de la Copa del Rey en el mismo escenario. Cosas del fútbol. Debería haber sido un impulso. No lo fue. Al Atlético lo reafirmó en su plan, replegado. Y disparó la obligación del Athletic, su responsabilidad ofensiva, el peso del 1-0… Su reacción, más posesiva que incisiva, la reflejó solo un remate de Sancet.
Nada del otro mundo tampoco en un duelo contenido. De hecho, el equipo bilbaíno se habría marchado al descanso en desventaja, sin mucho más en sus estadísticas ofensivas, de no ser porque el regalo que le brindó Griezmann al borde del intermedio. Inesperado por el momento, por el partido y por un jugador de su talla, que cometió un error tremendo.
Su pase hacia atrás desde el campo contrario fue el principio del gol del empate del Athletic. No había nadie muy atento de sus compañeros. Por ahí pasaba Iñaki Williams, en la vuelta hacia su campo, aislado de la jugada. De pronto, se topó con un preciado balón solo para el contragolpe. Conectó con Guruzeta, que sirvió a Nico Williams el 1-1 en el minuto 45. Su celebración, objeto de insultos racistas minutos antes en el córner, fue reivindicativa, señalándose el color de su piel en el antebrazo.
Un Atlético renovado al volver de vestuarios
«Nico Williams habla en el campo», publicó el Athletic en sus redes sociales. Por megafonía se pidió que cesaran los cánticos ofensivos. «El Atlético está en contra de cualquier acto de racismo o de odio», escribió la entidad madrileña, mientras discurría el encuentro, antes del gol con el que el conjunto visitante aprovechó un despropósito del Atlético. Uno de tantos en los últimos tiempos. Una expresión nítida de cuál es el momento del equipo local, silbado por su público, lejos de la versión que le corresponde, hasta que regresó del vestuario.
Porque entonces sí creció el Atlético. Lo personificó Correa, origen y final del 2-1 en el minuto 52. Él robó la pelota en el medio campo y él finalizó la acción en el área, cuando controló un magnífico envío por alto de Koke a la espalda de la defensa del Athletic, recortó hacia un lado y batió a Unai Simón para responder a las dudas sobre el equipo y él mismo.
Ya no hubo reacción del Athletic, sin una sola ocasión en toda la segunda parte, incapaz de responder al tanto de Correa, que relanza al Atlético en el esprint por la cuarta posición, acelerado aún más por el 3-1 de Unai Simón en propia puerta, ya en el minuto 80. El tiro de Samuel Lino rebotó en el poste y en el guardameta para solucionar el choque e igualar la diferencia particular en sus enfrentamientos directos, tras el 2-0 en San Mamés.