Marcó tres de los cuatro goles de su equipo en la parte más importante de la UEFA Champions League, se calzó el brazalete de capitán y metió al PSG entre los mejores ocho del certamen. Kylian Mbappé ilusiona a un equipo que vuelve a toparse una y otra vez con el mojón que no logra resolver: ser campeón de Europa.
Y Kiki se luce en una temporada especial, porque probablemente sea su última chance de conseguir la hazaña con el club parisino, ante su inminente salida en junio. Sus renovaciones fueron tanto o más complicadas que las participaciones del PSG en el certamen continental, con el que tuvo varios golpes de los que costó recuperarse.
Pero Mbappé sigue siendo el mismo. Sin tener en cuenta los rumores que lo vinculan al Real Madrid, se luce con PSG. Y en la serie ante la Real Sociedad lo demostró, con tres goles de cuatro del global (4-1). No solo goles: hay que considerar también que fue quien marcó el primero de la serie para encaminar un partido parejo en París, que luego liquidó Barcola. Y lo mismo en Anoeta, donde apareció a los 15′ para darle tranquilidad al equipo.
Entre insultos y silbidos de rivales, no solo juega sino que absorbe la presión de sus compañeros, como cuando enmudeció la hostilidad del recinto de Real Sociedad. Y mientras negocia su futuro, vive su presente, ilusionando a un PSG cabizbajo después de múltiples fracasos en Champions. Mirándolo desde afuera, uno ni sospecharía del affaire del delantero con el club.
Pero, además, condiciona y mucho a sus rivales, que saben que no pueden dejarle ni un centímetro de ventaja. Con amagues y velocidad, Mbappé es, junto a Harry Kane, el goleador de esta edición de la Champions con seis goles en su cuenta personal. Lo que pasa fuera del campo de juego es otra historia para el delantero, que muestra su profesionalidad, incluso calzándose la cinta de capitán ante la ausencia de marquinhos
