Antes de inaugurar su sauna en el este de Lima, Eduardo empezó a ser extorsionado por celular. Ignoró la amenaza. El siguiente aviso fue muy diferente: una noche desde una moto alguien abrió fuego contra el local desocupado que acondicionaba.
Desde México hasta Colombia, Ecuador y Perú, pasando por El Salvador, Honduras o Guatemala, la extorsión ha minado la seguridad ciudadana. Sus millonarias ganancias lo sitúan detrás del narcotráfico o la trata de personas, y puede ser más rentable que la minería ilegal, según fuentes de inteligencia consultadas por la AFP.
En el caso de Eduardo, supo del ataque a través de un video enviado a su móvil. “Los dueños de San Juan de Lurigancho”, una banda que opera en este distrito, el más poblado de la capital peruana, con 1,2 millones de habitantes, le exigió una “matrícula” de instalación de 13.300 dólares y una mensualidad de 1.300.
“Estoy andando casi a escondidas porque me imagino que ellos ya han estudiado todo, y saben dónde vivo, dónde desayuno, dónde almuerzo, dónde pernocto”, señala este hombre de 40 años que oculta su verdadera identidad por temor.
Pequeños y grandes comerciantes, transportistas, núcleos residenciales y poblados completos son víctimas de organizaciones locales o internacionales.
En Perú la extorsión, incluso, tocó las puertas del fútbol. El atacante internacional Paolo Guerrero estuvo a punto de desistir de jugar para el club César Vallejo por amenazas a su familia.
Además, los delincuentes están utilizando la inteligencia artificial para crear fotos de desnudos con el rostro real de mujeres. La imagen, con el mensaje “soy puta llámame a este teléfono”, la hacen circular entre algunos familiares y amigos. Para no hacerla viral, las víctimas tienen que pagar, explica el fiscal.
Pese al alto impacto del crimen, en las prisiones peruanas -desde donde también se hacen infinidad de llamadas extorsivas- hay poco más de un millar de condenados por este delito, menos del 1% de toda la población carcelaria.
Y a pesar del miedo, en muchas partes, el comercio sigue adelante: Eduardo finalmente abrió su sauna y Anita continúa con su ferretería. (I)