EL REFUERZO ESPERADO: “Chicharito” Hernández es nuevo refuerzo de Chivas

Javier Chicharito Hernández fue anunciado como nuevo jugador del Manchester United un extraño 8 abril de 2010. Las redes sociales, aunque ya masivas, seguían siendo novedosas. No había cabida para las exclusivas inmediatas. Los reporteros infiltrados debían esperar un día para soltar sus primicias. Y aquella nadie la esperó. Es que parecía una broma, la típica jugarreta que los medios hacían el 28 de diciembre. Pero no era el Día de los Inocentes. México tendría un jugador nuevo en un club de élite.

El primero en la historia en pasar sin escalas por la clase media europea. Hugo Sánchez recaló en el Vicente Calderón antes de consagrarse en el Santiago Bernabéu. Y Rafael Márquez tuvo que estudiar en el principado monegasco para firmar con el Barcelona. Pero Hernández no: llegó por la puerta grande, un día después de que el Manchester United fuera eliminado por el Bayern Múnich de la Champions League. Lo pidió Sir Alex Fergurson, mito del futbol mundial.

Habría que esperar algunos meses para verlo finalmente con la playera de los Red Devils. En el Mundial de Sudáfrica 2010 le hizo goles a Francia y Argentina. En un clima general de pesimismo, como siempre en el futbol mexicano, había una esperanza en ese jugador de sonrisa fácil, sin virtudes técnicas formidables, pero con una inteligencia única, a nivel mundial, para moverse dentro del área. Se marchó en un emotivo partido que lo vio jugar mediotiempo con Chivas, club de su abuelo, y mediotiempo con el Manchester United. Y anotó el primer gol, como rojiblanco todavía, en la historia del Estadio Akron.

Fue la película hecha realidad. Y faltaban todas las secuelas: los goles en su primer año, la Premier League, final de Champions contra el Barcelona de Messi; la llegada del villano Robin van Persie, la banca con David Moyes; otra noticia escandalosa obra del Real Madrid, los abrazos de gol con Cristiano Ronaldo, la ovación del Bernabéu. Todo a una velocidad digna de los tiempos actuales: fugaz, inmediato, sin capacidad de dimensionar.

Y las mañanas mexicanas, noches alemanas, en las que aquel delantero limitado técnicamente anotaba con la calidad como sello y desmontaba la teoría de ser un mero cazagoles. Y la dualidad: el respeto en Europa y la penumbra en la Selección. Que no anotaba en partidos importantes, que tenía una actitud insoportable. Sensible a la crítica, Hernández vivía a la defensiva: su comportamiento se correspondía con el nivel de hostilidad que recibía.

Llegó el fin de la aventura en Europa tras pasar por el West Ham United y Sevilla. Se había terminado una era. Y fue a Los Ángeles, cuando muchos deseaban su vuelta a Chivas. No lo hizo y dio la impresión de que ya nunca pasaría. Años agridulces en la MLS, exilio en la Selección Mexicana y una nueva faceta como influencer que fomentaba la idea de que estaba retirado sin estar retirado. Las semanas de incertidumbre, de rumores, de confirmaciones no oficiales y el regreso. Hernández está en casa.

Es un regreso tardío, pero necesario. Chicharito, con 35 años, tiene un epílogo por escribir. Ha vivido tantas vidas como pudo. Hizo en el futbol lo que nadie se hubiera imaginado. Cada semana, la atención será toda suya. Un imán de miradas hoy como hace catorce años. Si un día pensó en retirarse, cuando en Chivas no tenía lugar, vuelve para dar su último paso en el futbol. Un paso que dará cierre circular a su historia. Javier Hernández regresó un día a Chivas. El mundo era otro, él también

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