¿Has escuchado la frase ‘come como un rey en Navidad’? Esta es la razón.
Festejar la Navidad, en muchos lugares, es sinónimo de regalos, de árboles adornados y de villancicos. Pero la cena navideña también es un factor importante en esta temporada y hay quienes verdaderamente se esfuerzan para que sea elegante y ostentosa.
A lo largo de los siglos se han celebrado banquetes de Navidad extravagantes, para muchos invitados y con un extenso menú que no se acaban todos los comensales. Estas han sido preparadas por anfitriones importantes, como reyes, nobles y hasta presidentes. Y hay una cena que se destaca entre todas como la más cara de la historia, que es precisamente la de un rey español.
Se trata de la cena de Navidad de Felipe II, que fue registrada en un recetario elaborado por su cocinero de confianza. Este libro, publicado en el año 1599, muestra el menú de un festín de esta magnitud, además de otras comidas indicadas para el rey.
Diego Granado, el cocinero de Felipe II, preparaba un banquete que consistía en 35 platos, divididos en tres servicios.
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Lo que comía el rey y sus invitados al inicio de la cena eran perniles con jamón. Este plato no se lo retiraba de la mesa, pues lucía bien y además había personas a las que les gustaba picar entre comidas.
Eso no era todo. El libro describe que también se servían pastelillos saboyanos de ternera hojaldrados, pichones y torreznos asados, platillo de artaletes (empanadas) de aves sobre sopas de natas, perdices asadas con salsa de limones, capirotada con solomillo, salchichas y perdices, lechones asados con sopas de queso, azúcar y canela, hojaldres de masa de levadura con enjundia de puerco y pollas asadas.
Segundo servicio
La segunda fase del banquete daba paso a alimentos más pesados, ternera asada con salsa de oruga, costrada de mollejas de ternera y higadillos, zorzales asados sobre doradas, pastelones de membrillos, cañas y huevos, empanadas de liebres, platillo de aves a la Tudesca, truchas fritas con tocino magro y ginebradas, ánades asadas con salsa de membrillos, platillo de pollos con escarolas rellenas y empanadas inglesas.
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Tercer servicio
Por si fuera poco, el tercer servicio que comían los comensales del rey era pollos rellenos con picatostes de ubres de ternera asados, gigotes (guiso de carne picada) de aves, platillo de pichones ahogados, cabrito asado y mechado, tortas de sidras verdes, empanadas de pavos en masa blanca, besugos frescos cocidos, conejos con alcaparras, empanadillas de pies de puerco, palomas zorzales con salsa negra, manjar blanco y buñuelos de viento.
Postres
Claro, nunca podía faltar el postre en una mesa como la de Felipe II. A los invitados les servían uvas, melones, limas dulces, naranjas, pasas, almendras, orejones, manteca, peras, camuesas, aceitunas y queso.
No se supone que los asistentes al banquete estaban obligados a comer todo lo que se les brindaba, sino que tenían varias opciones de donde escoger para su comida. Este tipo de prácticas eran comunes entre las familias reales de esa época, pues tenían los medios para gastar en la variedad de platos.
Además, era otra forma de tener cerca a sus amigos, familiares y aliados, recibiéndolos en su hogar y sentándolos a su mesa. (I)
Fuente: El Universo