Nadie tenía dudas, pero para cumplir con las normas, el viernes, el líder ruso Vladimir Putin lo hizo oficial. Anunció que se presentará como candidato a las elecciones del 17 de marzo para seguir al frente de Rusia. Tampoco hay dudas de que va a ganar y que, si la salud se lo permite -tiene 71 años- se mantendrá en el poder hasta 2036 como la Constitución que él mismo reformó así lo indica.
Como todo lo que ocurre en la Rusia putiniana, el anuncio se realizó de una manera poco ortodoxa y marcado por los simbolismos. Según la agencia de noticias estatal rusa Tass, lo hizo durante una ceremonia de entrega de premios militares en el Kremlin, respondiendo a una pregunta formulada por Artyom Zhoga, un oficial militar ruso y funcionario de Donetsk, ciudad del este de Ucrania. “No me voy a esconder, tuve diferentes pensamientos en diferentes momentos”, dijo Putin. “Pero ahora tiene razón, ha llegado el momento de tomar una decisión”, dijo. “Me presentaré a la presidencia de Rusia”.
Putin lleva al frente de Rusia como presidente o primer ministro desde 1999. Y a pesar del fracaso inicial de la invasión a la vecina Ucrania, mantiene su poder gracias al alto precio del petróleo y la aceitada maquinaria interna de represión que acalla todos los intentos de protesta contra la guerra y su régimen. Aunque más allá de estas ceremonias protocolares, hasta ahora, el conflicto no ocupa un lugar destacado en las apariciones públicas de Putin y, según los analistas de la prensa oficial rusa, es posible que esto se mantenga así durante lo que resta de la campaña.
Por ahora, el régimen prefiere acudir a los símbolos del pasado como la recientemente inaugurada “Exhibición de los Logros de la Economía Nacional”, similar a la que se realizaba en la Unión Soviética de Joseph Stalin. En los años 30 y 40 del siglo pasado se mostraba las glorias de la colectivización y los logros científicos para ocultar las hambrunas y los millones de muertos de las guerras. Ahora, las pantallas Leds 3-D muestran los supuestos progresos en la economía y uno de los pabellones está dedicado a las cuatro provincias que el ejército ruso intenta arrebatarle a Ucrania: Donetsk, Kherson, Luhansk y Zaporizhia. Pero no hay imágenes de la guerra en sí, no aparece la búsqueda de héroes que ayuden en el reclutamiento de los nuevos soldados como ocurrió el año pasado.
Aparentemente, los rusos se acostumbraron a la guerra y mientras no los afecte directamente, parecieran seguir apoyando la aventura bélica de su líder. Según una encuesta de la empresa Russian Field, citada por The Economist, dos tercios de los rusos dicen que el país avanza en la dirección correcta y más de la mitad afirman que la guerra en Ucrania va bien. Son el tipo de sondeos que se leen en el Kremlin. También es cierto que disminuyeron las protestas antibélicas a fuerza de las durísimas sentencias contra los activistas. A un artista plástico que colocó unos carteles contra la guerra en un supermercado de San Petersburgo le dieron siete años de cárcel. Y a un conocido bloguero ultranacionalista, Igor Girkin, que acompañaba a las tropas y que en sus envíos se quejó de la inoperancia de los oficiales que mandan soldados sin el equipamiento necesario, se encuentra en una cárcel de las afueras de Moscú.
Pero la misma encuesta de Russian Field marca que la gran mayoría de los rusos no quiere pelear esta guerra. Más del 60% se opone a un nuevo reclutamiento masivo y un 74% está de acuerdo con que Putin firme un acuerdo de paz de inmediato.
El otro factor que beneficia a Putin y su elite gobernante es que ni ellos ni la economía del país se está viendo afectada por las sanciones comerciales de Occidente. El año pasado, Rusia ingresó 590.000 millones de dólares por exportaciones, la mayoría de petróleo y gas. Esto significa unos 160.000 millones de dólares más que la media anual de la década anterior.
El presupuesto del gobierno aumentó un 26% este año y se prevé que aumentará otro 16% en 2024. También el gasto en defensa casi se duplicó, alcanzando el 6% del PIB, la cifra más alta desde la época de la Unión Soviética. La guerra cuesta unos 100.000 millones de dólares al año, que fueron cubiertos hasta ahora por los ingresos adicionales procedentes del petróleo.
Aunque la mayoría de los economistas coinciden en que este nivel de gastos no es sostenible en el tiempo. El Banco Central tuvo que intervenir el mes pasado y subir la tasa de interés al 15% después de que la inflación alcanzara el 12% interanual en el tercer trimestre. También se impuso la obligación a los exportadores de convertir sus ingresos en rublos para evitar una nueva devaluación.
Algunas zonas de este enorme país se están viendo beneficiadas por la maquinaria de guerra, particularmente en los Urales donde se encuentran varias industrias que fabrican armas y tanques y las zonas cercanas a la frontera con Ucrania donde descansan las tropas movilizadas. También los pueblos de zonas alejadas del Este donde fue reclutada la mayoría de los soldados que están en el frente a los que les pagan 195.000 rublos al mes, cuatro veces el valor de un salario promedio. Las familias de los soldados también tienen beneficios crediticios y los que sufren la caída en combate de uno de sus hijos reciben unos 15 millones de rublos, una fortuna que esas familias no podrían conseguir en 30 años de trabajo.
De todos modos, nadie quiere hacerse rico a costa de la vida de su hijo. Continúa siendo muy elevada la evasión del servicio militar obligatorio. La movilización forzosa anunciada hace un año -la primera desde la Segunda Guerra Mundial- fue ampliamente rechazada. Hay reportes de que se incendiaron las oficinas de alistamiento y de que cientos de miles de jóvenes huyeron del país o se escondieron en el este ruso. También se sabe que la policía asalta permanentemente las pensiones universitarias en busca de los fugados. En la revista independiente Medusa que se publica desde Estonia, se menciona el creciente movimiento de madres y esposas que reclaman por los movilizados. Se agruparon en una organización denominada Voina Zaebala (Jodidos por la guerra) y su consigna es “no parimos para que maten a nuestros hijos”.
Aunque es probable que después de las elecciones se anuncie una nueva movilización general. La Duma, el parlamento ruso, acaba de aumentar la edad máxima de reclutamiento de 27 a 30 años. También se eliminaron varias leyes que permitían a los empresarios invocar necesidades económicas especiales para no entregar a su personal para el servicio militar. Sobre todo, lo que necesita el ejército ruso son suboficiales, los mandos intermedios y especializados. El viceprimer ministro Yuri Borisov dijo hace poco que el ejército requiere de 400.000 “pontoneros” e ingenieros.
Por ahora, Putin se sigue arropando en una elite de burócratas y empresarios que son los que lo apoyan desde hace años. Según una serie de notas de Meduza, se trata de los mismos empleados estatales que mantienen prácticamente las mismas tradiciones desde la Unión Soviética. Son leales al Estado y a las corporaciones. Muchos tecnócratas que ejecutan órdenes concretas sin cuestionamientos. “Consideran que la tarea de mantener a flote la nave del Estado es un reto profesional, no un dilema moral”, explica uno de los sociólogos entrevistados. De los otros, de los que podrían cuestionar al régimen ya se encargaron los servicios de inteligencia. Las noticias de los altos ejecutivos y empresarios que “sufrieron accidentes” o cayeron de ventanas hicieron el resto.
En el frente de guerra a Putin no le fue tan mal en los últimos meses como se esperaba. La contraofensiva ucraniana no fue lo suficientemente efectiva como para romper la ruta de abastecimiento de las fuerzas rusas que viene desde la península de Crimea. Las defensas que levantaron en el invierno anterior fueron muy eficaces. Y ya se aproxima un nuevo invierno que también aprovecharán para reforzar las defensas a lo largo de los casi 1.000 kilómetros del frente.
Sin embargo, las fuerzas rusas pueden estar sufriendo un número muy significativo de bajas. El portavoz de las Fuerzas Terrestres Ucranianas, teniente coronel Volodymyr Fityo, informó esta semana que los rusos perdieron casi 11.000 efectivos sólo en el mes de noviembre en los frentes de Kupyansk, Lyman y Bakhmut. Y sugirió que el número de bajas rusas en la zona de Avdiivka puede ser aún más alto, dado el mayor ritmo de las operaciones en esa zona.
Anteriormente, los ucranianos habían dicho que las fuerzas rusas perdieron 5.000 efectivos entre muertos y heridos cerca de Avdiivka y Marinka (al oeste de la ciudad de Donetsk) entre el 10 y el 26 de octubre, cuando las fuerzas rusas lanzaron dos oleadas de asaltos para capturar esas localidades. Según el Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), “esta semana, las fuerzas rusas están llevando a cabo asaltos masivos dirigidos por infantería para capturar Avdiivka, en un aparente esfuerzo por conservar los vehículos blindados a pesar del riesgo de pérdidas de personal aún mayores. Las fuerzas ucranianas habrían matado a más de 1.200 soldados rusos y herido a más de 2.200 en la orilla oriental de la provincia de Kherson entre el 17 de octubre y el 17 de noviembre”.
El ISW agregó que Rusia podría movilizar entre 20.000 y 40.000 efectivos por mes hacia el frente, pero que “esta tasa podría ser inferior en este momento a la tasa de bajas que sufren”. El vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, afirmó que el ejército ruso había reclutado 42.000 efectivos entre el 9 de noviembre y el 1 de diciembre.
Todo esto indica que va a ser un invierno muy duro para los generales de Putin. Tendrán que tener lista una fuerza de al menos 200.000 hombres bien entrenados y experimentados para cuando llegue la primavera si quiere seguir sosteniendo la línea defensiva. Para entonces, su contraparte, los altos oficiales ucranianos ya habrán aprendido la lección y tendrán que encontrar un solo flanco débil por donde avanzar hasta el Mar Negro. Este verano se equivocaron y plantearon combate a todo lo largo del frente. Un error, dicen desde Washington, que les costó un año más de guerra. Pero la Administración Biden también les ata las manos. Les sigue negando el poder aéreo que necesitan para doblegar a los rusos y los amenazan con recortar la ayuda militar.
Fuente: Infobae