Gane quien gane este domingo, habrá una agenda urgente de problemas macroeconómicos que la nueva administración deberá abordar, ya sea a través de una transición hacia un gobierno de signo distinto en el caso de una victoria de Javier Milei, o la continuidad oficialista con Sergio Massa.
La brecha cambiaria, la debilidad de las reservas del BCRA y el cuello de botella importador, junto con medidas rápidas para contener las presiones inflacionarias sin afectar el doloroso cuadro socioeconómico, señales fiscales, sobre los pasivos del Banco Central y decisiones clave sobre los vencimientos de deuda pública y la negociación con el Fondo Monetario Internacional marcarán el horizonte para el vencedor del balotaje de este domingo.
El postulante libertario y el ministro de Economía mostraron en los últimos días algunas de sus cartas del plan económico que tienen en mente, con mayor o menor nivel de precisión y profundidad. Con diagnósticos distintos, los caminos que se abren ante una victoria de uno u otro parecieran ser muy diferentes.
Un integrante de elenco estable del círculo rojo lo resumió así esta semana, tras haber escuchado los discursos ante el Cicyp de Milei y de Massa: “Son los candidatos que tenemos, no son lo mejor, pero es lo que hay. Los dos tienen ideas muy distintas, pero el que gane va a necesitar consenso sí o sí porque la elección es muy fina”, planteó.
La diferencia que esperan hombres y mujeres de negocios para la segunda vuelta presidencial es corta, y las luces de alerta que se enciencen en el tablero de control de la macro, muchas. La semana siguiente a la elección ya será tiempo de decisiones clave. Probablemente la que se espera con mayor atención es la cambiaria. El BCRA descongeló el miércoles el tipo de cambio oficial después de tres meses y prometió sostener un ritmo de actualización por debajo de la inflación hasta fin de año.
En este sentido, el plan de Milei tiene una incidencia menor en lo inmediato, ya que de ganar podría comenzar primero un proceso de transición con el actual gobierno y, tal como sucedió en el interregno entre la victoria de Alberto Fernández y el fin de mandato de Mauricio Macri, podría tener lugar una instancia de diálogo entre la administración saliente y la entrante.
Por lo pronto, siguiendo con la temática cambiaria, una derrota del oficialismo, se descuenta en el mercado, traería aparejado una demanda muy alta de cobertura cambiaria ante la llegada de un presidente que tiene entre sus planes eliminar la moneda local y reemplazarla por el dólar. Bajo esa lógica, cuanto antes se desprendan inversores y ahorristas minoristas de sus pesos, sería mejor.
Por esa razón algunos operadores esperan alguna señal, si comenzara una transición hacia un gobierno libertario, que establezca algún tipo de techo a los tipos de cambio paralelos que evite una estampida.
Milei planteó en la última semana, en su contacto con el círculo rojo, que la secuencia con la que buscaría resolver los problemas macroeconómicos sigue un camino que va, primero, desde el desarme de las Leliq, que considera el factor de desequilibrio monetario principal, para luego liberar el cepo cambiario sin que haya, mencionó, riesgo de espiralización de la inflación aún más grave. Todo esto antes de poner en marcha el proceso de dolarización, también precisó en los últimos días, podría tomar cerca de un año.
Es, precisamente, el lapso de tiempo que también marcó Massa que podría tomarle desarmar la maraña de controles cambiarios, solo si previamente hubiera un refuerzo de reservas que lo permitiese.
Sobre la problemática de las Leliq, que Milei resaltó amenudo como el principal, versó en los últimos días un informe de la consultora PxQ. “A la pregunta ‘qué hay que hacer con las Leliq’ le sigue una respuesta simple: nada. No hay que hacer nada con las Leliq precisamente porque no son una ‘bomba’ ni una ‘burbuja’. En lo que sí se debe trabajar es en un programa de estabilización que empiece planteando una salida razonable y sostenible del esquema de control de cambios con un férreo control de la inflación”, mencionó.
Por otra parte, la consultora fundada por Emmanuel Álvarez Agisaseguró que “no hay crisis que comience con las Leliqs, pero sí con una salida de depósitos, dinámica que tuvo lugar cuando el programa de dolarización o de competencia de monedas lucía como el más probable. Esto demuestra que las Leliq no son una bomba. La bomba sería salir del cepo el día uno sin un shock de confianza que permitiera pensar un incremento sustantivo de la demanda de pesos, cosa a todas luces improbable”.
Por su parte, Abeceb planteó un escenario post balotaje con tres preguntas que sobrevuelan: qué hará el ganador con el problema delfaltante de dólares, con la salida del cepo y qué tan viable es el ajuste según cada propuesta.
“Es posible conjeturar que el programa que Massa implementaría para estabilizar sería muy distinto al de Milei, tanto en su contenido como en lo que hace a la elección de gradualismo versus shock. La consistencia técnica va a ser determinante, pero también será crucial la habilidad política para manejar conflictos, negociar con el FMI y construir gobernabilidad”, resumió la entidad que fundó el economista Dante Sica.
Abeceb caracterizó el plan de Massa y consideró que si bien “perdió mucha credibilidad al incumplir las metas” con el FMI, “podría, quizás, tener más cintura para negociar la deuda comercial y acceder a fuentes no habituales de financiamiento”. Milei “podría gozar del beneficio de la duda”, aunque medidas más duras como las que destacó en campaña podrían venir acompañadas de “más ajuste, más recesión y más conflictos”.
Respecto al desarme del cepo, Abeceb cree que “Massa probablemente intente un camino gradualista con un componente importante de intervención en los mercados”. En tanto, el libertario “tendría mayor ansiedad por terminar con el cepo y podría favorecer una estrategia de shock con recortes fuertes de gasto público. Pero para avanzar más rápido tendría que reconstituir reservas velozmente, lo que obligaría a una corrección mayor del tipo de cambio”, lo que implicaría mayor inflación y caída del salario.
La consultora de Dante Sica aseguró que “la sostenibilidad de la estabilización va a depender de la habilidad del nuevo gobierno paramanejar los conflictos sociales o de interés, pero también de la voluntad política para resistir la tentación de flexibilizar tempranamente el ajuste, si la estabilización se consolida o el precio de las commodities o las tasas de interés internacionales juegan muy a favor de la Argentina”.
Parte de la respuesta a la pregunta sobre la velocidad a la que podría abrirse el cepo cambiario está ligada a la cantidad de reservas que pueda acumular el Banco Central el año próximo. Fue un tema abordado por un informe de Fundación Capital, que estimó que el 2024 recibirá “una herencia muy pesada en términos de dólares (con reservas internacionales netas que finalizarán 2023 por debajo de USD 10.000 millones negativos”.
“Habrá que monitorear el desarrollo de la cosecha gruesa, con lluvias que aún no se consolidan en todo el territorio nacional y que han limitado la cosecha fina. Así, si bien se prevé cierta normalización del flujo de dólares hacia el 2024, éste no será total: en un escenario donde el riesgo climático se disipa, se recuperarían unos USD 13.180 millones de los USD 19.300 millones que se perdieron en 2023 por la grave sequía”, escribió Fundación Capital.
Habrá una serie de negociaciones que podrían abrirse en el escenario post electoral, en especial en caso de una victoria de Sergio Massa: con el Fondo Monetario Internacional, al que el hoy ministro de Economía le planteará la discusión sobre una recalibración completa del programa vigente y, en el frente local, los acuerdos de precios de productos y servicios de consumo masivo y otros bienes que tienen aumentos acotados, por debajo de la inflación. Entre ellas, por ejemplo, las naftas.
Un alto ejecutivo de una empresa petrolera líder lo ponía en estos términos en los últimos días: “En el último año la inflación fue 120% y hubo aumentos por 80%, en algún momento tenés que corregir”. Milei, por definición, es contrario a este tipo de consensos marco que incluyan precios encorsetados.
Respecto al FMI parecieran abrirse dos alternativas, según el resultado del balotaje: 1) Negociación integral que pretende Massa o bien un ajuste fiscal inmediato y más profundo de lo que prevé a priori el programa con el FMI; y 2) En caso de que Milei fuese el próximo presidente, habrá en Washington discusiones de otro tipo: ladolarización y el cierre del Banco Central podrían aparecer como temas a disputar con el staff del organismo, ya que son ideas que transitan por fuera del manual tradicional fondomonetarista.
De todas formas, gane quien gane, los vencimientos de deuda con el Fondo Monetario Internacional seguirán a la vuelta de la esquina, y exigirán a las alícaídas reservas brutas del BCRA unos USD 910 millones en diciembre y otros USD 1.935 millones en enero.
Fuente: Infobae