Daniel Noboa: El débil intento para espantar al fantasma de la impunidad

El discurso de Daniel Noboa durante el acto de entrega de sus credenciales como presidente de la República tuvo dos facetas: una política y otra más bien personal. Todo esto en una intervención muy corta y concisa de apenas algo más de siete minutos, lo que reconforta cuando la cultura declamatoria de los políticos ecuatorianos es terriblemente retórica, épica y casi siempre cantinflesca.

En lo político fue evidente que Noboa llegó hasta el Teatro Sucre de Quito con la clara intención de espantar cualquier fantasma que pueda existir en la opinión pública sobre un acuerdo político en la Asamblea, que signifique conseguir estabilidad política a cambio de impunidad para quienes tienen deudas con la justicia pero aspiran a volver al poder.

“Jamás estaremos por la impunidad y jamás apoyaremos a fuerzas o individuos que quieran violentar la Constitución”, aseguró. ¿Consiguió Noboa espantar a ese fantasma al que vino a espantar?

Hasta cierto punto, nada más. Para conseguir eso no bastaba haber dicho “estamos contra la impunidad”, sino mencionar de forma expresa y específica qué temas concretos él no estaba dispuesto a aceptar en sus aliados políticos para evitar la impunidad.

Esta vez ni siquiera mencionó el tema de la fiscal, del cual habló en Washington. Si bien se podría decir que las circunstancias no se prestaban para este tipo de precisiones, no hubiera estado mal que haga algunas, tomando en cuenta que la intención evidente era espantar temores.

En ese sentido, lo más neurálgico fue cuando dijo que ha llegado a acuerdos con grupos que no le han puesto ninguna condición, pero en cambio no mencionó si él puso condiciones para aceptar el acuerdo. ¿Si no le pusieron condiciones, él no puso alguna? Un gobernante no puede jamás darse el gusto de no establecer temas en lo que no está dispuesto a renunciar.

“No hay líneas rojas para dialogar, pero sí para el accionar”, dijo en su breve intervención. Puede sonar bonito lo dicho por Noboa sobre este tema, pero los diálogos políticos son para establecer una agenda que luego hay que “accionar”. Si no, ¿para qué sostener diálogos? Si es cierto que hay líneas rojas para accionar, como dijo, entonces debió haber dicho cuáles son los pedidos de sus actuales socios que él no aceptó para el “accionar”. ¿Se esperaba Noboa que un acuerdo con el correísmo no levantara suspicacias cuando durante años ese partido no ha hecho nada más que conseguir la impunidad de sus más altos cuadros?

En realidad, si su intención era espantar el mito de la impunidad tomando en cuenta los antecedentes de sus aliados, tenía que haber sido mucho más específico. No habría sido necesario hablar tan específicamente si hubiera pactado con un grupo de monjes budistas o monjas carmelitas: los correístas están lejos de parecérseles.

En realidad, cualquier persona o movimiento puede decir en el Ecuador de estos días estar en contra de la impunidad, pero al mismo tiempo hacerse de la vista gorda ante lo que hace el Consejo de la Judicatura, que ha montado un operativo para que quienes quieren la impunidad se tomen todo el aparato de la administración de justicia.

“La única línea roja es que no hay línea roja para conversar”, indicó Noboa muy satisfecho de haber perfilado una frase bonita, pero no especificó cuáles fueron las líneas rojas que no aceptó para el “accionar».

Dentro de lo político, también advirtió que tomará decisiones que van a afectar a “grupos enquistados” que se han enriquecido gracias a sus contactos con la corrupción. Y agradeció a los gobiernos seccionales. Una invitada de excepción fue la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, a la que agradeció haber ido y quien lo aplaudía con gran energía, aunque desactivó sus aplausos cuando Verónica Abad recibió su credencial de vicepresidenta.

La parte personal del discurso de Noboa fue la que estuvo relacionada con sus afectos y desafectos. Agradeció a su familia y mencionó a su papá, Álvaro Noboa, de quien dijo que durante 25 años había allanado el camino para que él llegue a la Presidencia.

Sin embargo, mencionó algo que a más de uno debe haber dejado profundamente sorprendido y desconcertado. Dijo que en su carrera hasta la Presidencia sufrió “traiciones hasta de gente de quien uno espera y se escoge”. ¿A quién se refería? ¿Por qué mencionó esto en un discurso tan corto y ceremonial? Las primeras sospechas de quienes siguieron la ceremonia y que están empapados de información política se dirigieron a su vicepresidenta, Verónica Abad. Sabido es que no mantienen una buena relación y que las declaraciones de libertaria de manual que ha dado Abad le produjeron a Noboa muchos dolores de cabeza durante la campaña.

Ese antecedente, sumado al lenguaje corporal mostrado durante la ceremonia, hizo que inmediatamente se piense en Abad. Si ese es el caso, se estaría hablando de la fisura política, en lo más alto de un gobierno, más prematura de la historia reciente del país. Un gol de camerino, como dicen los futboleros. Significativo, en todo caso, que haya hablado de traiciones en esas circunstancias y tan pronto. Lo que aún no se puede saber es si ese tipo de emociones y sentimientos van a dominar sus responsabilidades de jefe de Estado.

Fuente: Expreso

COMPARTIR ESTA NOTICIA

Facebook
Twitter

FACEBOOK

TWITTER