Después de sufrir un bache con dos derrotas en la Premier League, Manchester City recuperó su mejor versión, borró al Brighton de la cancha en el primer tiempo, y pese al bajón en el complemento, lo derrotó por 2-1, en el Etihad Stadium.
El equipo de Pep Guardiola tuvo un primer tiempo perfecto, en el que bien podría haber sacado una ventaja mayor en el marcador, aunque tampoco generó tantas ocasiones claras. Sí, fue efectivo. Pero no pudo sostener ese gran funcionamiento en el segundo, Brighton aprovechó para descontar, le hizo perder el control por un momento y sembró dudas sobre la victoria parcial.
Volvió Rodri y retomó el control del mediocampo. Pero lo mejor de los Citizens en esa primera parte fue en el ataque, dado que las Gaviotas no fueron capaces de crear peligro cerca del arco de Stefan Ortega. Dos nombres comandaron las acciones ofensivas desde los laterales: Jeremy Doku y Phil Foden. Por separado y asociados.
Bernardo Silva participó del armado con el belga, pero al estar volcado por la izquierda, tuvo menos protagonismo de lo habitual. Y Josko Gvardiol subió permanentemente. El City no le dio oportunidades al Brighton. Se adueñó de la pelota y todo el manejo.
Julián Álvarez y Erling Haaland cumplieron con su cuota goleadora, aún sin tener a todo el equipo jugando para ellos. El argentino abrió la cuenta con asistencia de Doku a los siete, y como suele hacerlo, también se involucró en la generación de los ataques y autogestionándose sus chances. Mientras que el noruego aprovechó un error defensivo y marcó el 2-0 a los 19, con una acción individual. Hasta ahí, no había tenido intervenciones ni tuvo otras después. La que tuvo la aprovechó.
A la vuelta de los vestuarios algo cambió de los dos lados. El City, que había hecho un desgaste mayor en los primeros 45, no pudo mantener la intensidad y la presión tan alta y Brighton se animó a ir más a fondo.
Por primera vez, la defensa local tuvo que ponerse en movimiento, y en cuando falló, con el rebote en Manuel Akanji dentro del área que capturó Ansu Fati, llegó el 2-1. De repente, el triunfo que parecía asegurado para los de Guardiola tambaleó. Porque el equipo se desordenó y perdió el control tanto de la pelota como del juego. Fueron unos minutos en los que el propio Pep, desde el banco miraba extrañado a los suyos. Movió el banco. De a poco, todo volvió a la «normalidad». El City recuperó el balón y empezó a hacerlo circular, solamente para quemar minutos, sin ir para adelante, pero eso le devolvió la calma.
El partido se fue dejando una sensación agridulce, aunque los puntos se quedaron en casa y el campeón inglés, momentánemente, volvió a la cima. Así como, por 45 minutos, había vuelto ese equipo arrasador de las primeras fechas.