Los ecuatorianos no han vivido cortes importantes de electricidad desde 2009, pero los dos últimos años el país parece estar al borde de nuevos apagones. La sequía, que suele empezar en octubre, se adelantó y comenzó en septiembre y la previsión es que sea más agresiva que en años pasados.
Y, aunque en el Gobierno se viene hablando de la necesidad de contratar electricidad de emergencia por unos 300 a 400 megavatios, esto no se ha concretado.
Por ahora se han descartado racionamientos de electricidad, no habrá cortes eléctricos hasta noviembre de 2023. Lo que ocurra luego es aún incierto, pues dependerá de cuán rápido se pueda contratar la nueva generación.
El gerente de la Corporación Eléctrica de Ecuador, Gonzalo Uquillas, ha dicho se hace todos los esfuerzos para evitar racionamientos, aunque por ahora “no puede garantizar que no los habrá”. A continuación, los principales factores que inciden en esta crisis de electricidad.
Ecuador ya no es excedentario
Con una fuerte inversión de USD 11.274 millones realizada entre 2007 y 2017, Ecuador logró aumentar el suministro de electricidad hasta ser excedentario; es decir, sobraba electricidad. Hay que mencionar que las obras se ejecutaron principalmente con créditos chinos, que se han cuestionado por ser onerosos y opacos. Volvamos al tema de la oferta. Entre 2007 y 2017 se construyeron 14 hidroeléctricas; que son San Francisco, Mazar, Ocaña, Baba, Manduriacu, Alazán, Sopladora, Coca Codo Sinclair, Minas San Francisco, Delsitanisagua, Due, Normandía, Topo y Sigchos.
Además, se levantaron nueve termoeléctricas. Con todo esto, la capacidad instalada pasó de 4.070 megavatios en 2006 a 8.036 megavatios en 2017. Casi el doble en 10 años.
La demanda se dispara
Un factor a considerar es el aumento de la demanda de electricidad en el país, que crece, según las autoridades, a niveles inusitados. Entre el 1 de enero y el 26 de septiembre de 2023, la demanda acumulada de electricidad sumó de 23.910 gigavatios/hora, según el operador de energía Cenace. Frente a igual período de 2023, es un aumento de la demanda del 13%.
Lo anterior significa que el país requiere construir 500 megavatios nuevos cada año, pero eso no ha ocurrido.
Sin nuevas plantas de generación
Diez centrales de generación eléctrica tenían que entrar en operación entre 2020 y 2023, pero solo dos fueron inauguradas, la hidroeléctrica Sarapullo, de 49 megavatios, y la planta eólica de Huascachaca de 50 megavatios.
Los procesos de contratación de nuevas centrales ha tenido importantes demoras. Por ejemplo, los proyectos eólicos como Villonaco III y el fotovoltaico (solar) el Aromo fueron adjudicados en diciembre de 2020, pero los contratos para su construcción se firmaron recién en marzo de 2023 y el 6 de julio de 2023. Mientras tanto, el contrato de 500 megavatios del llamado Bloque de Energías No Convencionales aún no se firma. Y el camino para concretar nuevos proyectos se volvió cuesta arriba tras la decisión de la Corte Constitucional de suspender la conformación de un fideicomiso para el priorizar y garantizar el pago para empresas privadas que inviertan en generación eléctrica. Con ello, se paralizarían inversiones por USD 1.2 millones en el sector eléctrico.
Otro problema es que aunque Ecuador cuenta con un parque termoeléctrico de 1.884 megavatios de potencia, no todo está disponible.
Hay unos 600 megavatios que están permanentemente fuera de operación, sea porque está obsoleto o porque no se le ha dado mantenimiento. Las autoridades eléctricas dicen que han puesto en marcha un plan para recuperarlo. Costos de importación suben Frente a todos estos problemas, a Ecuador no le ha quedado otra opción que recurrir a costosas importaciones de Colombia, que solo en 2022 costaron unos USD 200 millones. Ecuador también elevó la compra de electricidad a Colombia a partir de septiembre de 2023, a un costo de USD 20 millones semanales. Pero Colombia ya ha advertido a Ecuador que restringirá desde octubre de 2023 la oferta de electricidad porque también enfrentará una fuerte sequía.
Fuente: Primicias