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‘El radar debe servir para salvar vidas, no para llenar alcancías’, dice experta en tránsito, quien lamenta el aumento de fallecidos en las vías de Ecuador por exceso de velocidad

Hace dos semanas una niña, de 9 años, falleció atropellada en la avenida principal del ingreso a Mucho Lote 2, en Guayaquil. Ella se encontraba con otro menor cuando fue impactada por un automotor. Y hace unos meses, en junio, un abuelo y sus dos nietos perdieron la vida en vía a la costa, mientras esperaban a que un local de bicicletas abriera. En esa misma vía, hace poco, falleció un ciclista por la misma causa.

En esta última vía hay varios radares, un instrumento preventivo que tiene como objetivo “salvar vidas”, de acuerdo con Christian León, director de Informática de la Agencia de Tránsito y Movilidad de Guayaquil (ATM).

“La función principal de los radares es justamente prevenir accidentes, inclusive la posible muerte de los ciudadanos, ante aquellos vehículos que rebasen los límites de velocidad”, apunta León.

Sin embargo, el radar, aunque es catalogado como beneficioso por Cynthia Guerrero, presidenta de la Fundación Movidana, no es suficiente para minimizar los accidentes de tránsito, dice. A nivel nacional suman 13.614 entre enero y agosto de este año, según la Agencia Nacional de Tránsito (ANT). Esta cantidad es superior a lo registrado en el mismo periodo del 2022. Ese año terminó con 21.739 siniestros.

Y el exceso de velocidad es la tercera causa de accidentes con 1.801 siniestros entre enero y julio de 2023. Esta cifra también supera a la de los mismos meses del 2022 que fueron 2.194. En todo ese año hubo 3.538 accidentes.

Y Guayaquil es una de las ciudades con más eventualidades, van 717 siniestros por no respetar el límite de velocidad, de los cuales dejaron 51 fallecidos. A nivel nacional son 236 occisos entre enero a julio de 2023 por la misma causa. Y cuando se contabiliza por todos los motivos son 1.566.

Guerrero cree necesario revisar los puntos específicos donde se registra esta rapidez en las vías y sugiere mejorar la infraestructura y colocar más señalética preventiva. “Falta llegar un poco más al gran actor de la movilidad, que es el ser humano, persuadirlo y concienciarlo de lo que realmente es el exceso de velocidad, que es un arma completamente letal y destructiva”, opina Guerrero.

Con esto coincide Paola Carvajal, ingeniera civil y magíster en Tránsito, Transporte y Seguridad Vial. Ella señala que los radares efectivamente están para registrar esos excesos en un punto específico de una vía. “Esto no quiere decir que esté de acuerdo con el modelo de gestión implementado en algunos municipios a través de los radares, ya que el equipo tecnológico debe servir para salvar vidas, no para llenar alcancías. Los radares han demostrado su valía no solo en el Ecuador, sino en todo el mundo, incluso en algunos países las denominan “cámaras salvavidas”. Lo que se debe regular aquí son ganancias extraordinarias, y transparentar los destinos de los recursos que se reciban por este tipo de multas”, expresa Carvajal.

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