En una iglesia de Quito, bajo un rayo de sol que entraba por uno de los vitrales y en medio de familiares y amigos ingresando al lugar; Amanda y Tamia Villavicencio, hijas de Fernando Villavicencio, asesinado en Quito el pasado 9 de agosto, recibieron a Infobae para conversar sobre el primer mes sin su padre.
El diálogo se desarrolló rápidamente. Quienes ingresaban a la iglesia se preparaban para participar en una eucarística por cumplirse el primer mes del magnicidio de Villavicencio. Las jóvenes mujeres, Amanda de 33 años y Tamia de 27, se mostraron con la templanza y fortaleza de quienes han entendido el propósito de su vida. Aunque en medio de la conversación sus ojos se llenaban de lágrimas, bastaba un respiro o un momento de silencio, para que continuaran recordando a su padre, que como ellas han dicho “es eterno”.
Amanda y Tamia aseguraron que se reencuentran con su padre en el arte, en la música, en la poesía. Hablaron de los amigos de Villavicencio, de su confianza en la Policía, de crear una fundación en honor a Villavicencio y de esos momentos en los que algún detalle cotidiano les recuerda a su papá.
Esto dijeron a Infobae:
Durante este mes, mucho se ha hablando de su padre en su faceta de político, de periodista de investigación, de activista; pero ustedes han hablado de un Fernando papá, amoroso y poeta. Cuéntenme sobre esa faceta que muchos no conocen.
Tamia: Mi papi era un niño en un cuerpo de señor. Desde que éramos chiquitas, jugábamos un montón… Nos reíamos, jugábamos mucho con él. Yo siempre digo que la faceta de poeta está ahí entre líneas. Mi papi era un gran orador, tenía una voz súper potente… Conmigo jugaba a grabar poesía. Para mí, su faceta como poeta es muy explícita, incluso en su vida como político. Recuerdo que en su primera intervención en la Asamblea Nacional (como se le dice al congreso del Ecuador) me decían: “por fin tenemos una asambleísta que habla con cultura, que habla con un profundo conocimiento de la historia del Ecuador”… Siempre digo que vuelvan a ver las entrevistas de mi papi, en realidad, el poeta está ahí.
En la campaña circuló un vídeo donde aparecen cantando junto a su papá. ¿Ustedes se reencuentran en esos versos, en la música, en la poesía, con Fernando?
Amanda: Ese video que hicimos no fue parte de la campaña, para nada. Fue hecho en octubre de hace tres años. Mi papá cumple años en octubre, entonces fue un regalo de cumpleaños que nos hicimos juntos. Creo que es de las cosas más hermosas que hemos hecho y agradezco tanto habernos dado la oportunidad de haberla llevado a cabo. Escogimos una canción que nos gusta a los tres y cada uno hizo su parte: aprenderse la letra, la guitarra, la trompeta. Recuerdo que mi papá y me decía: “tú me hiciste sentir mal porque me decías que yo no canto tan bien”. Entonces yo le decía: “No, papá. Cantaste increíble”… (La grabación de la canción) nunca fue pensada como parte de ninguna campaña sino como un regalo familiar para poder guardar en la memoria, en la eternidad, la posibilidad del arte entre el padre y las hijas. Nosotros nos encontrábamos en el arte, en la poesía. Siento que mi papi y yo éramos como unas almas gemelas que se podían encontrar en esas cosas, pero lo más lindo es como también compartimos con él, yo más de seis años, el trabajo en Periodismo de Investigación (la plataforma donde publicaba las investigaciones). Un día él llegó a mi casa y me dijo: “usted que estudia Comunicación, ayúdeme a hacer un portal”… (Ha sido) como un tributo, como un honor para mí trabajar y servir con mi padre.
– A lo largo de su vida ustedes han acompañado a su padre en varios episodios como la persecución durante el correísmo y el exilio, ¿cómo estos eventos influyeron en ustedes y las prepararon para ahora dar la cara con esa fortaleza que hemos visto?
Tamia: Mi ñaña (hermana) a veces me muestra los comentarios de la gente y son crueles. Nos dicen: “ellas no están tristes”, “cuando yo perdí a mi padre yo no pude hacer nada”. A nosotras nos criaron corriendo de las bombas lacrimógenas. Nosotras siempre vimos un padre que se paraba, que en sus peores momentos mostraba una sonrisa, una fortaleza. Mi papá en sus peores momentos siempre tenía una broma, un chiste, una sonrisa. Nosotras crecimos así. Mi mamá también es súper luchadora, una gran periodista de investigación… Nosotras no sabemos lo que es derrotarse. Eso es lo que nos mantiene así. Además, en el jiu-jitsu, que es un arte marcial, hemos encontrado una forma de canalizar esta ira y otras emociones… Hay mucha gente a la que le puede sorprender (vernos), pero es lo que hemos aprendido de nuestros padres y de nuestra propia vida: a pararnos y seguir y con optimismo, porque si no, solo nos esperaría la derrota y no lo vamos a permitir.
Al verlas, en sus rostros se observan los rasgos de su padre. Además de lo que da la genética, ¿qué cualidades heredaron de él?
Amanda: La profunda ternura por la vida y el poder de indignarse, de tomar acción ante cualquier circunstancia. Siento que en todo está mi papi, en cada momento… como poder sentir que soy mi papi. En estos últimos días veíamos una foto de su camita destendida, como cuando te levantas y está tu camita ahí. Él duerme en un solo ladito de una cama grande. Entonces el resto de la cama queda súper tendida y solo la parte en la que estuvo su cuerpo está destendida… Yo me levanto de mi propia cama y miro que duermo igual… Lo veo en todo, lo veo en mí y me da risa porque a veces soy brava y la gente me dice: “ha sido peor que el Fernando”. Yo digo: “gracias”, porque siento que tuve algo increíble, que soy mejor que él porque que yo tuve un padre increíble.
– Se ha visto que se han sostenido en los amigos más cercanos de su padre, como Christian Zurita, Carlos Figueroa, Martha Roldós; ¿cómo les afectan esas narrativas que tratan de señalar a los amigos de su papá como sospechosos? Se los pregunto porque incluso hay parientes de Fernando que apoyan esos relatos.
Tamia: Los amigos son una familia que escogemos. Mi papi traía luz y claridad a donde iba y a mí me ha regalado saber que esos parientes de él no son mi familia, pero a cambio nos ha entregado personas como César Gonzaga, que fue el compañero de mi papi, que estuvo todo el tiempo con él, cuidándolo, ayudándole, asistiéndole, por puro cariño. No había nada más. Recuerdo que un día, él (César Gonzaga) me vio y lloramos. Nunca le había visto llorar porque César también es un hombre tan fuerte, pero entendía que él sentía un dolor parecido al mío. Yo a esos parientes de sangre no les he visto llorar. Martha (hija del ex presidente Jaime Roldós) ha sido quien nos ha cuidado, quien nos ha advertido de lo que son capaces las familias. Cuando todo sucedió Martha ya nos estaba diciendo lo que podría pasar con el tema familiar y eso ha sido bueno para estar atentas. Martha nos ha abrazado, nos ha cuidado. Con Cristian (Zurita) ha sido entenderse en el dolor y también entendernos en la lucha que sigue por delante. Es lindo saber que estamos juntos en ese dolor y en la indignación porque además vamos a hacer cosas juntos y eso, pienso, es lo lindo de la familia: el apoyarte después. ¿Cómo nos vamos a apoyar después? En el legado de mi papi, con el periodismo.
Amanda: Es muy interesante ver todas estas narrativas políticas que se construyen alrededor de la asesinato de mi padre. Voy a hablar muy frontalmente del abogado Ricardo Vanegas que de una forma muy abusiva (participa del caso). No sé si es que solo es ignorancia o maldad de la familia –yo pienso que es ignorancia, realmente espero que así sea– la razón que les hace vincularse con un mafioso que incluso mi padre lo denunció por el caso Oro Negro. Cuando vemos que Serrano (se refiere a José Serrano, ex ministro de Rafael Correa) aúpa sus indagaciones, todo cuadra. Cuando vemos también que los correístas dicen que ellos son los más afectados del asesinato de Villavicencio, cuando son quienes lo han perseguido por más de 15 años, todo va tomando sentido. Entendemos con mucha claridad que todas estas narrativas se crean para diluir, para despistar, para generar cortinas de humo y distraer. ¿A quiénes les benefician estas distracciones?, pues a los asesinos de mi padre.
-Tamia has relatado una escena muy fuerte con la Policía a dos días del asesinato de Fernando. Eso sumado a las negligencias y omisiones que han detectado sobre la seguridad de su padre se entiende que difícilmente ustedes puedan confiar en la Policía, pero ¿confían en alguna institución, por ejemplo, en la Fiscalía que debe investigar el caso?
Tamia: Yo nunca he confiado en nadie… A mí me sorprendía ver que mi papi les tenía cariño a sus policías y yo le decía: “papi, no te olvides que fueron ellos los que allanaron tu casa, fue esa institución”. Pero mi papi tenía un corazón tan grande, quería tanto a todos, incluyendo a los policías que le “cuidaban”, entre comillas. Yo había visto muchas negligencias y las supe decir en su momento porque antes ya había pasado…Yo le iba diciendo a mi papi estas cosas que no me parecían y él las hablaba con ellos. Se sabe que ellos pidieron muchas veces que haya alguien del GIR (Grupo de Intervención y Rescate), que hayan carros blindados y que no se les dio. No quiero decir que son todos. Ha habido algunos policías que se han acercado y han llorado mientras enterraban a mi padre. Yo sé que no son todos, pero si hablamos de la institución en general y, sobre todo, de los altos cargos, sí, podría decir que hay un tema gravísimo y que mi padre mismo lo decía.
A los dos días (del asesinato) hubo un tipo (policía) que con un fusil en la mano nos empezó a hacer preguntas íntimas a mi hermana, a mí y a nuestros compañeros y les dijimos: “nosotros no podemos compartir esa información, no confiamos en nadie” y el tipo nos dijo: “sí, yo tampoco confío. En cinco segundos les puedo poner un balazo en la cabeza a cada uno”. Eso fue tan doloroso… pensamos en la muerte de nuestro padre que le matan con tiros en la cabeza y que ese tipo nos diga eso… Teníamos miedo de que nos pudieran hacer algo porque no había nadie más que esa policía… Yo ya lo dije en la Fiscalía y pienso que se va a abrir un caso para investigar esto.
– Amanda has dicho que tu padre es Eterno y Tamia, tú lo has comparado con la flor de loto que florece en la adversidad; ¿cómo continuarán con el legado y enseñanzas de su padre?
Amanda: Va más allá de continuar algo… Nosotros fuimos educadas por unos padres muy valientes, que siempre nos enseñaron que en la justicia social está el quid del asunto. Desde hace varios años venimos trabajando proyectos sociales… Proyectos de educación de arte, de artes marciales, que buscan desde el amor y la educación poder regalarles a los niños una oportunidad de crecer con alegría y con dignidad en un país libre de mafias. Eso es algo que ya veníamos haciendo pero el enfoque era diferente. El enfoque era, principalmente, la erradicación y disminución de la violencia de género y violencia sexual contra los niños. A partir del asesinato de mi padre cambia esta visión porque ahora es urgente entender que la violencia es mucho más grande. Es un pulpo gigante que está enquistada en el Estado. La gente dice: “ya mismo nos vamos a convertir en México” y no, ya estamos hasta el cogote (cuello) de la narco política. Nuestro Estado está totalmente putrefacto porque la mayoría de personas que están envueltas en el tema de justicia, jueces, etc. son presa fácil de los sobornos, presa fácil de toda la estructura narco delictiva. Nuestra intención es crear la Fundación Fernando Villavicencio para trabajar en diferentes aristas: la educación como una herramienta poderosa de prevención, también estrategias para acompañar a víctimas y sobrevivientes del crimen organizado y también en el periodismo, porque entendemos que el periodismo es la única forma de poner luz en las tinieblas de la corrupción…Nosotras tenemos el el deseo de acompañar ese camino y generar herramientas: software, becas, diferentes espacios para que el periodismo pueda educarse más, crecer más, tener mejores formas de hacer su trabajo y que no necesitemos de un solo Fernando Villavicencio, porque cuando estamos solos nos quiebran; que seamos una legión de gente valiente y gente honesta, que pone su grano de arena, porque cuando miles ponemos granos de arena somos un montón y eso es lo que queremos hacer.
Tamia: Nuestro sueño es poder generar espacios para congregar a los líderes de este país, a la gente que en realidad ha hecho un trabajo de años en todas las áreas e imaginar un Ecuador que, en diez años pueda votar por partidos de gente honesta, de gente buena y que podamos escoger entre los buenos y los excelentes… Si no, vamos a seguir votando por estos partidos llenos de corrupción. Entonces necesitamos también los jóvenes tomarnos esos espacios.
Fuente: Infobae