Unos bancos sólidos reducen el impacto de la crisis y son unos de los escudos de la economía ecuatoriana

La quiebra de los bancos en Ecuador en 1999 fue producto de una combinación de mala gestión bancaria, ineficientes controles y supervisión, préstamos incobrables y malas prácticas crediticias, políticas macroeconómicas inadecuadas, y un entorno internacional adverso (incluyendo la caída de los precios del petróleo).

Todo esto, sumado a una corrida bancaria y una devaluación monetaria severa, llevó al colapso del sistema financiero, afectando profundamente la economía del país.

Desde mediados de 2023 hasta agosto de 2024, la situación económica se ha ido complicando, por una conjunción igual, o más complicada de factores internos y externos en comparación a 1999

“Nunca hemos vivido una conjugación de factores negativos en el escenario del sistema financiero como ahora. Ni siquiera en la crisis de 1999. En esa época, por lo menos, no tuvimos la inseguridad que tenemos ahora. La inseguridad es un tema complicadísimo que afecta todos los órdenes del sistema económico y social”, dijo Édgar Peñaherrera, gerente de la Red de Integración Ecuatoriana de Cooperativas de Ahorro y Crédito (Icored).

Sin embargo, al contrario de 1999, actualmente los bancos están sólidos y se han constituido en uno de los últimos escudos que impiden una mayor crisis económica.

“Si tuviéramos los mismos bancos de 1999, ya habría ocurrido una corrida de depósitos, un aumento desproporcionado de la deuda pública para rescatar a las instituciones financieras mal manejadas, una caída pronunciada de la concesión de créditos, más quiebras de negocios. Ahora los bancos se manejan de manera prudente y eso evita un descalabro mayor de la economía”, explicó Lucía Rodríguez, economista y consultora en el sistema financiero.

Los vicios de 1999 no se repiten en los bancos de 2024

Uno de los desencadenantes de la crisis de 1999 fue que la cartera vencida de los bancos, es decir los préstamos otorgados que no se podían cobrar, se disparó hasta ser cuatro veces las provisiones de las instituciones financieras. En otras palabras, los bancos que quebraron no tenían suficiente dinero para cubrir las pérdidas generadas por los clientes morosos.

Los bancos ecuatorianos en esa época sobreexponían sus carteras de crédito a sectores específicos, como la construcción y el comercio, sin evaluar adecuadamente los riesgos.

También se desarrollaron “prácticas perversas” como los créditos vinculados. Estos eran préstamos otorgados a empresas o individuos relacionados con los propietarios o directivos del propio banco, sin cumplir los estándares mínimos de evaluación de riesgos.

La imparable morosidad, como consecuencia de malas prácticas financieras, provocó la quiebra de 28 instituciones, disparó la inflación y contribuyó a “poner por las nubes”  las tasas de interés (el Banco Central emitía sin control sucres para cubrir un gasto público y rescatar a los mismos bancos)

Así, unos bancos sin liquidez, con malos manejos y sin solvencia, complicaron aún más la situación de penuria económica.

Actualmente, a pesar de una mayor carga de impuestos y mayores costos para conseguir fondos, los bancos ecuatorianos se mantienen sólidos.

Tienen un índice de solvencia de 182,52%, es decir, por cada dólar en cartera vencida tienen casi $2 en reserva, en caso de que no se pueda recuperar el dinero.

A pesar de la crisis, los bancos han logrado incrementar los depósitos en un 11,5% en el último año; y, aunque ya no crecen a un ritmo de dos dígitos, la concesión de crédito se incrementó un 8%.

Andrés Rosero, economista con experiencia en el sector financiero, puntualizó que unos bancos débiles y con malas prácticas dan como resultado menor crecimiento económico, menos creación de empresas, menos inversión y menos empleo.

“En el caso del Ecuador, si ya se tiene un bajo crecimiento que, en promedio, fluctúa entre 1,5% y 2%, con unos bancos sin solvencia ese promedio se desplomaría hasta llegar incluso a cifras en rojo como pasó en la crisis de 1999”, aseveró.

Sin embargo, como alertó Julio José Prado, exministro de Producción y expresidente de la Asociación de Bancos Privados, si los políticos piensan en volver a meter la mano en los bolsillos a los bancos, la situación se puede deteriorar rápidamente. (JS)

Seis beneficios de tener bancos solventes en una economía

Los bancos solventes juegan un papel crucial en la estabilidad económica de un país, y su capacidad para evitar una mayor crisis económica se basa en varias razones clave:

1 Confianza en el sistema financiero: Los bancos solventes generan confianza en los depositantes, inversores y demás actores económicos. Si los ciudadanos confían en que sus depósitos están seguros, es menos probable que ocurra una corrida bancaria (retiro masivo de depósitos), lo que podría desestabilizar al sistema financiero. La confianza en los bancos mantiene un flujo de depósitos, préstamos y otras actividades financieras.

2 Función de intermediación financiera: Los bancos solventes actúan como intermediarios entre ahorradores y prestatarios, facilitando el crédito que las empresas y consumidores necesitan para invertir y consumir. Esto es vital para mantener el crecimiento económico.

3 Prevención de contagios financieros: En una crisis económica, si los bancos no son solventes, pueden colapsar y provocar un efecto dominó. La insolvencia de uno o más bancos podría contagiar a otros bancos y actores económicos. Los bancos solventes ayudan a contener los riesgos sistémicos.

4 Acceso al crédito en tiempos de crisis: Durante una crisis, los bancos solventes pueden continuar prestando dinero a las empresas y a los consumidores, lo cual es crucial para que la economía siga funcionando. Sin esto, muchas empresas podrían quebrar.

5 Estabilidad monetaria: Los bancos solventes contribuyen a mantener la inflación baja, ya que pueden operar de manera normal sin necesidad de ser rescatados por los gobiernos o los bancos centrales. Los rescates pueden llevar a un aumento de la deuda pública y a una inflación más alta.

6 Capacidad de resistir choques externos: Los bancos solventes tienen mayor capacidad para resistir choques externos como fluctuaciones en los precios de las materias primas, cambios en las tasas de interés internacionales o crisis económicas en otros países. Esto se debe a que tienen colchones de capital y provisiones suficientes para absorber pérdidas y seguir operando.

Diario La Hora

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