En el sector de Sauces 6, norte de Guayaquil, hay consternación y luto por el asesinato del joven Ernesto Saúl Cuvi Villán, de 28 años. En medio de escenas de dolor, él fue despedido por sus seres queridos, allegados y vecinos del barrio que lo vio crecer, el pasado domingo.
La noche del jueves 31 de octubre, Ernesto dio la vida por evitar que un grupo de antisociales se lleven secuestrados a sus padres. Ese día, según quedó grabado en cámaras de seguridad, un antisocial le disparó y causó su muerte.
Su velorio se dio en los exteriores de un centro cristiano situado junto al negocio de sus padres y luego fue sepultado en el camposanto Jardines de Esperanza.
En medio del dolor de allegados, que incluso llegaron de la Serranía ecuatoriana, se instaló el ataúd con una fotografía y dos trofeos deportivos conseguidos por Ernesto en sus actividades.
Ahí, pastores y allegados lamentaron la partida del joven y expresaron su apoyo a los familiares en estos duros momentos.
Un día después del sepelio, la mañana del lunes anterior, varios tíos del joven se mantenían al frente de la tienda de los padres de Ernesto, Raúl y Juana, quienes se mantienen conmocionados por la pérdida de su hijo.
“Él hizo lo posible por rescatar a sus padres, como se vio en videos, tuvo que dar la vida por ellos, la gente mala le dio un tiro”, narró su tío, Hugo Villán, quien se unió con otros allegados para seguir la atención de la pequeña tienda, situada sobre la calle Enrique Grau.
Ernesto era el segundo de cuatro hermanos e iba a convertirse en el primero de la familia en alcanzar un grado de profesional en la carrera de Economía. Desde pequeño hacía travesuras y se metió de a poco en ayudar en las actividades básicas de la tienda.
Empezó en la limpieza, haciendo pequeños quehaceres y en los recientes años, acogió mayores responsabilidades, incluso en temas administrativos. De aquello estaban felices sus padres.
Entre familiares manifestaron que Ernesto era obediente, cercano a sus padres, y estaba a cargo de varias actividades de la tienda. Además siempre se mostraba como un muchacho sencillo, trabajador, y alegre.
A pesar de su juventud, él soñaba en acrecentar el establecimiento y soñaba en importar más productos para dar variedad a los clientes. De la tienda pequeña quería hacer un gran empresa, narró su tío Hugo.
“El quería hacer un supermercado grande, más reconocido, que los padres ya no trabajen y que ellos (hijos) ver por sus padres, también quería ser un importador, un gran empresario, pero lastimosamente no se pudo”, relató el tío.
A su vez, entre familiares, lamentaron el grado de violencia y actos delictivos que sufre el país, incluyendo Guayaquil. Muestra de aquello hace un año aproximadamente, al padre del joven también lo habían intentado secuestrar y se pudo evitar por ayuda del mismo tío, quien se percató de la situación registrada en el mismo sector.
En ese caso se puso la denuncia y el caso quedó sin resultados, según allegados.
“Estamos viendo que ahorita no hay conciencia, bastante inseguridad, era un chico bueno, nunca deseaba el mal, todo fue por ayudar a sus padres, gracias a Dios no están con nada, pero destrozados por dentro por la pérdida de sus hijos, estamos en tiempo que los padres ven morir a sus hijos”, lamentó Hugo.
De acuerdo al allegado, entre los padres, quienes son creyentes cristianos, consideran que deberá aparecer la justicia divina, sin embargo sus tíos insistieron que las autoridades deben dar más seguridad y dar justicia en el caso. Ellos han denunciado el caso, por lo que espera no quede en la impunidad, como otros casos. Por ahora, una persona fue detenida y se mantiene con prisión preventiva por este caso.
“Estamos destrozados, tratando de salir adelante, no vale encerrarse, a veces da tristeza, pero hay que seguir adelante. Da pena que mi sobrino haya pasado esto, tantas personas dicen que van a ayudar, pero como que le dan quemeimportismo de todo, Policía, Estado, y a la final no se ven resultados. Que tomen cartas en el asunto, esto no puede quedar en la impunidad”, manifestó el tío del joven.
Un amigo del joven contó que con Ernesto y otro allegado solían compartir los juegos de fútbol y asistir a la iglesia desde su infancia. “Éramos tres y ahora te vas, ahora nos quedamos solo los dos, espero que nos nos dejen y sigas en las cancha jugando con nosotros”, dijo él. El 15 de este mes, entre ellos tenían una final de un campeonato.
Durante la mañana del lunes anterior, varios motorizados de la Policía realizaban rondas en la zona, sin embargo, entre familiares consideraron aquello insuficiente puesto que las amenazas continúan latentes en la zona por los hechos delictivos que siguen en la zona.
En las últimas semanas, varios casos de secuestros a dueños y allegados de tienda de abastos se han reportado en la ciudad, como en el Cristo del Consuelo y Guayacanes. (I)
Fuente: El Universo