En la década de 1990, varios países de América Latina, incluido Ecuador, experimentaron crisis energéticas con apagones de hasta 16 horas diarias.
Ecuador se quedó atrás y desde 2022 ha sufrido una creciente crisis eléctrica que ahora tiene sumido al país en apagones y una profundización de la crisis económica.
En el Gobierno de Daniel Noboa se aprobó la llamada “ley no más apagones” en enero de 2024, que no destraba el camino para la inversión privada.
En octubre de 2024, en la Asamblea se están tratando reformas a esa “ley no más apagones”, pero tampoco se acierta en la fórmula para que los privados inviertan la mayor parte de los más de $10.000 millones que se necesitan en el sector eléctrico ecuatoriano hasta 2032.
En el primer debate de las reformas a la ‘Ley no más apagones’, la asambleísta oficialista, Valentina Centeno, dijo lo siguiente: “Fomentamos la inversión privada en proyectos de generación energética como una solución complementaria a la verdadera solución de nuestra crisis energética que es la inversión pública”.
¿Qué hicieron otros países para evitar apagones y que sigue sin hacer Ecuador?
En la década de 1990, Colombia vivió un escenario de cortes de luz de hasta 16 horas diarias. Esto como consecuencia de una combinación de un sector eléctrico mayoritariamente público e ineficiente, politización en el manejo de las empresas estatales y la falta de mantenimientos a las centrales térmicas.
Esas tres realidades, sumadas a la falta de lluvias, es precisamente lo que ha provocado, desde finales de septiembre de 2024, apagones de hasta 12 horas diarias en Ecuador.
¿Qué se hizo en Colombia para no repetir el escenario de la década de los 90? En primer lugar, se emitió una nueva ley eléctrica (no solo unas pocas reformas), donde realmente se abrió la puerta a la inversión privada en todos los niveles del sector. No se eliminaron las empresas públicas, sino que se las puso a competir con empresas privadas.
Gracias a esa ley, en los últimos 30 años, se han concretado más de $33.000 millones de inversión privada en el sector eléctrico colombiano, es decir, un promedio de más de $1.100 millones de inversión cada año.
Se implementó un mercado de competencia libre en la generación eléctrica, pero asegurando que se pague un precio competitivo por el servicio para que los inversionistas puedan recuperar su inversión.
Desde que cambió su sector eléctrico, y se abrió realmente a lo privado, Colombia ha superado con éxito seis fenómenos de El Niño, o estiajes (épocas secas fuertes) sin tener que recurrir a apagones de varias horas al día.
Este 2024, aunque la sequía es severa, y el riesgo de apagones nunca se puede descartar del todo, el sector eléctrico colombiano tiene herramientas para seguir operando.
Sin embargo, como sucede en otros países de la región que hicieron reformas luego de los apagones de 1990, en Colombia en los últimos años se han descuidado inversiones críticas y eso hace que el margen sea menor.
Colombia todavía depende en gran medida de las hidroeléctricas, pero tiene el soporte de un potente sistema privado de termoeléctricas y otras fuentes.
Chile y Argentina
A mediados de la década de 1990, Chile también vivió apagones debido a la escasez de oferta eléctrica, vinculada en parte a la sequía que afectó su capacidad hidroeléctrica.
A partir de eso, se impulsaron reformas para abrir el mercado a la iniciativa privada. Además, Chile fue uno de los primeros países de la región en apostar por una transición energética importante, invirtiendo fuertemente en energía solar y eólica. En 2024, una parte significativa de la electricidad chilena proviene de fuentes renovables.
Asimismo, se desarrollaron líneas de transmisión que conectan el norte y el sur del país, lo que mejoró la estabilidad y el acceso a la electricidad.
Chile implementó un mercado eléctrico competitivo que permitió el ingreso de nuevos actores y modernizó el sistema.
Argentina sufrió importantes apagones en los noventa, especialmente entre 1997 y 1999, cuando el sistema eléctrico no podía cubrir la demanda, principalmente debido a la falta de inversión en infraestructura y la dependencia de una red envejecida.
-Privatización del sector energético (1992): El Gobierno argentino privatizó grandes sectores de la generación, transmisión y distribución de energía. Esto atrajo inversiones extranjeras y modernizó el sistema.
-Diversificación de fuentes energéticas: Argentina apostó por la energía eólica y solar, particularmente a partir de la década de 2010, reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.
-Ampliación de la red de transmisión eléctrica: Se mejoró significativamente la infraestructura de transmisión para garantizar una mayor conectividad y confiabilidad en el suministro.
La diferencia entre Chile y Argentina es que Chile ha sido más consistente en mantener y reforzar sus reformas y en no descuidar las inversiones.
En Argentina, de la mano de la crisis económica, que se profundizó en el último Gobierno kirchnerista, se han retrasado inversiones que podrían provocar que en el verano austral (entre diciembre y marzo) se puedan producir racionamientos puntuales.
Uruguay
Uruguay también enfrentó apagones de varias horas en la década de 1990. A partir de ahí, se emprendió todo un plan para diversificar la matriz energética y no depender tanto de las hidroeléctricas.
Actualmente, la mitad de la electricidad que se consume en Uruguay proviene de fuentes hidráulicas y la otra mitad viene de fuentes eólica, solar y biomasa. En Ecuador, la dependencia de la hidroelectricidad llega hasta el 80%.
La diversificación de la matriz energética uruguaya ha permitido reducir los costos de generación a la mitad.
La estabilidad política y económica de Uruguay ha facilitado que lleguen inversiones en energías renovables.
Además, al contrario de Ecuador, donde sacar todos los permisos para un proyecto eléctrico puede tomar hasta 107 meses (casi 9 años), en Uruguay el proceso es de pocos meses. (JS)
Diario La Hora