El Inter de Milán visitaba a un Monza con mejores sensaciones que puntos. Los de Inzaghi tenían la posibilidad de situarse como líderes en solitario en caso de ganar en el Estadio Brianteo. Aunque el técnico italiano dio prioridad al partido de Champions el próximo miércoles ante el Manchester City y lo pagó caro al no pasar del empate, aunque visto el partido por lo menos pudo salvar un punto in extremis gracias a un gol de Dumfries.
Durante toda la primera mitad los neroazzurros llevaron con mucha facilidad el esférico hasta tres cuartos, parte del terreno de juego en la que se echaba de menos a Barella y Çalhanoglu, suplentes, pues nadie era capaz de dar ese último pase que dejara en una posición ventajosa a Lautaro o Thuram, muy voluntariosos en los desmarques y los movimientos, pero bastante desasistidos. Casi toda pasaba por llegadas a línea de fondo de Dimarco, que veía como todos sus centros eran despejados por el español Pablo Mari y Andrea Carboni.
El Monza, en vistas de la falta de lucidez de los interistas se fueron yendo arriba poco a poco, sin descuidar la defensa, pero sin miedo al éxito.
Segunda parte de innovar para encontrar el resultado
Ya que el plan A no le estaba funcionado al Inter, demasiado lento con la pelota y previsible, empezó a probarlo con fórmulas distintas. Aparecieron los tiros lejanos de Pavard y Asllani, sin demasiada puntería. No era el día.
Siempre con el partido de Champions en mente, la reedición de la final de la 22-23, Inzaghi realizó un triple cambio algo sorprendente. Sacó del verde a Lautaro, Darmian y Mkhitaryan para dar paso a Dumfries, Zielinski y Taremi. Dos recién llegados y un titular habitual. El neerlandés acabó siendo vital.
Las modificaciones tampoco tenían el efecto deseado y el Monza con espacios, especialmente con las carreras por la derecha de Daniel Maldini, hijo del mítico Paolo, generaba pánico en el Inter. Los centros laterales eran el arma del Monza para llevarse el premio gordo.
Mientras tanto el técnico visitante decidió quemar todas sus balas introduciendo a Correa y Arnautovic en el campo y retirando a Thuram y Asllani. Cambios ofensivos.
El problema no era de jugadores, sino de ritmo y velocidad de juego. Todo era fácil de prever y defender para el Monza.
Goles en el tramo final
En una de sus pocas apariciones por ataque el Monza encontró premio. Mota logró batir a Sommer gracias a un cabezazo con un giro de cuello espectacular para poner la pelota pegada al poste y aprovechando el centro de Izzo (81′).
El jarro de agua fría lejos de ser un problema para el Inter fue la solución, aunque llegó demasiado tarde. El tanto de Mota hizo que subieran el ritmo, empezaran a arriesgar en los pases y de esa manera encontraron los espacios que se estaban resistiendo. Si algo hace reconocible al actual defensor del título es el papel de sus carrileros, que no pudieron ser diferenciales hasta el 88, justo cuando Correa filtró un pase para Carlos Augusto, quien centró raso al segundo palo, con la suerte de que un defensor desvió el balón ligeramente y cayó en los pies de Dumfries, que únicamente tuvo que poner el pie para empatar el duelo (88′).
Con este resultado el Nápoles es líder con 9 puntos, seguido de Inter, Juve y Torino con 8. Por detrás está el Udinese con 7, que si gana su partido de este lunes al Parma será primero en solitario.
